Soy Clint de nuevo, y os estaba contando la historia de John
cuando reparó en: “Cuando no puedas sobrellevar tu carga cuéntaselo a Dios y Él
te ayudará”. Y eso hizo entonces. Dios estaba caminando con él. Humildemente le
contó a Dios lo que le había pasado, que no podía más, que necesitaba su ayuda
y que delegaba totalmente en Él.
Con Él estaba y... sintió como si Él le tendiera su brazo por el cuello como su mejor amigo; cual ayuda divina lo abrazó, y una gran paz interior le acogió. Había sentido, inicialmente, la enorme pena de la ruptura de comunicación con su hijo, tal como cuando pecamos nos apartamos de Dios, pero por contra había encontrado en el Señor a Su padre. ¡No!, no nos equivoquemos, Él siempre está ahí y solo espera, que con fe absoluta en Él, le pidamos perdón por nuestras afrentas, que le digamos que lo necesitamos, que no somos nada sin Él, sin su ayuda. Que le amamos.
Un día, mucho antes de que esto sucediera, John me había confesado su firme respuesta ante una pregunta que le hicieron, tal como: -"Tengo dos noticias para ti, una buena y otra mala, ¿cuál quieres primero?"
Y él, según me dijo, siempre decía lo mismo: dime primero la mala y luego la buena. Así siempre me queda el buen regusto, el buen sabor de la buena. Esta, siempre al final.
Pues como está escrito enla Biblia en Apocalipsis cap. 22, (La
venida de Cristo está cerca), vers. 6-7: "Me dijo: Estas palabras son fieles y
verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su
ángel para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro".
John había ganado porque, además, descubrió otra cosa: Descubrió, al fin, cuál era su propósito en esta vida, para qué estaba en este mundo, y que su sitio en él debería ser en un lugar desde donde pudiese desempeñar la misión que para él le tenía encomendada el Señor, y no otro. Y así se iba a quedar en aquel lugar, así me lo confesó, y así os lo digo a vosotros.
En fe, amor y esperanza,
Bendiciones a todos.
Con Él estaba y... sintió como si Él le tendiera su brazo por el cuello como su mejor amigo; cual ayuda divina lo abrazó, y una gran paz interior le acogió. Había sentido, inicialmente, la enorme pena de la ruptura de comunicación con su hijo, tal como cuando pecamos nos apartamos de Dios, pero por contra había encontrado en el Señor a Su padre. ¡No!, no nos equivoquemos, Él siempre está ahí y solo espera, que con fe absoluta en Él, le pidamos perdón por nuestras afrentas, que le digamos que lo necesitamos, que no somos nada sin Él, sin su ayuda. Que le amamos.
Un día, mucho antes de que esto sucediera, John me había confesado su firme respuesta ante una pregunta que le hicieron, tal como: -"Tengo dos noticias para ti, una buena y otra mala, ¿cuál quieres primero?"
Y él, según me dijo, siempre decía lo mismo: dime primero la mala y luego la buena. Así siempre me queda el buen regusto, el buen sabor de la buena. Esta, siempre al final.
Pues como está escrito en
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro".
John había ganado porque, además, descubrió otra cosa: Descubrió, al fin, cuál era su propósito en esta vida, para qué estaba en este mundo, y que su sitio en él debería ser en un lugar desde donde pudiese desempeñar la misión que para él le tenía encomendada el Señor, y no otro. Y así se iba a quedar en aquel lugar, así me lo confesó, y así os lo digo a vosotros.
En fe, amor y esperanza,
Bendiciones a todos.
M.G.
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