domingo, 4 de agosto de 2019

Dios siempre estará contigo (1)

Me llamo Clint y conocí a John durante un viaje pastoral a un país de África, concretamente a Kenia. Realmente hermoso este país. 
Resultado de imagen de : “Cuando no puedas sobrellevar tu carga cuéntaselo a Dios y Él te ayudará”.Este John era, y es, un personaje, realmente pintoresco. Tenía muchísimas experiencias en su vida. Por suerte vivió mucho. Había, no obstante, algo en él que me intrigaba. Algo ocultaba que recientemente le sucedió. Me hice amigo de él a sabiendas que mi intención inicial era saber qué era lo que guardaba para sí. Era un secreto solamente compartido con Dios. Con nadie más. Pretendí, entonces, que adquiriendo confianza, poco a poco, me contara aquello guardado en su corazón. Los dos éramos ministros de la Iglesia Evangélica Bautista, y no tardé mucho en que nuestra confianza mutua hiciera viable que me contara qué le sucedió.

Resulta que un día había quedado con su hijo al cual no veía desde hacía bastante tiempo. Este contaba, ya, con 23 años. Era mayor de edad por consiguiente. Y también era mayor de edad cuando tres años antes participó en la demanda penal en la que figuraba como testigo contra su padre, contra John. No solamente eso sino que, una vez que la parte demandante perdió el juicio por mentirosos, abusadores y por la falta absoluta de pruebas, recurrieron la sentencia. ¡¡¡Sin comentarios!!! 
Resultado de imagen de : “Cuando no puedas sobrellevar tu carga cuéntaselo a Dios y Él te ayudará”.Naturalmente, John, ganó el juicio, amén de por la total falta de pruebas, porque en el mismo declaró que no sentía ningún miedo ya que su mejor amigo, Dios, estaba con él. Y además tenía junto a él la Biblia, la palabra de Dios. Al decir esto, pronto se acabó el juicio y lo ganó. 
Decía que, como consecuencia de todo, la relación con su hijo quedó rota. No existía, entonces, ninguna comunión entre los dos. Igual que como cuando pecamos nos apartamos de Dios. Entonces se produce un cortocircuito en nuestra comunión con Él. Hasta que reconocemos nuestro error y le pedimos perdón sentidamente. Esa era su pretensión con su hijo aquel día que quería hablar con él. Pero ya desde el principio quedó claro que iba a ser imposible porque su hijo, no solamente no reconoció su equívoco sino que lo único que pretendía era hacer culpable a su padre de su toma de decisiones. Decía cosas como que le resultaba totalmente imperdonable su actitud, etc. ¡¡¡Uff!!! Difícil solución tiene esto, se dijo John, que quiso aprovechar el tiempo apartándose de su intención inicial de arreglo, para hacer lo posible para que su hijo se acercara cuanto menos a Dios. Otra misión nada posible en ese momento, más si cabe cuando su hijo calificó eso de “paparruchas e inutilidades”. John aguantó lo inimaginable. En consecuencia, la reunión acabó como antes de empezar. Sin solución ni visos de arreglo, salvo cuando Dios lo considere oportuno.
Estaba sufriendo lo indecible. Le era algo insufrible recordar todo lo que pasó, cuando John reparó en: “Cuando no puedas sobrellevar tu carga cuéntaselo a Dios y Él te ayudará”. Y eso hizo entonces. Humildemente le contó a Dios lo que le había pasado, que no podía más, que necesitaba su ayuda y que delegaba en Él, delegaba en su poder, para cuando lo considerase oportuno solventara el problema. Y ese fue el mayor acierto que cometió ese día. Fue lo más indicado y lo que constantemente leemos bíblicamente: “Dios siempre estará contigo". Cuando con fe le pidamos ayuda y le digamos: Dios, te necesito, Él siempre estará presto para ayudarnos, para ayudar a sus hijos”.
Conseguí que me lo contara y ahora doy gracias a Dios por ello, y con su anuencia os lo cuento a vosotros.
Espero y confío que os sirva.

Bendiciones.
M.G.

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