domingo, 14 de julio de 2019

La prueba produce paciencia

“sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” Santiago 1:3.

Todo cristiano maduro sabe que las pruebas son parte de la vida cristiana, ya que a través de las pruebas el Señor nos va perfeccionando, nos hacen crecer en la fe y nos permiten 
ver la gloria de Dios. 
Cuando Santiago escribió la epístola, la iglesia estaba pasando por persecución y tribulación. 
Hay una razón más por la que Dios permite las pruebas, y es que al pasar por pruebas se produce en nosotros paciencia, que es también un fruto del Espíritu Santo. 
Muchas veces pedimos a Dios que nos dé paciencia, pero no estamos dispuestos a pasar por el proceso que usa Dios para producirla. Por naturaleza somos impacientes, de ahí que pecamos a la manera del rey Saúl, y nos adelantamos a hacer lo que no deberíamos. (1 Samuel 13:1-14)
Mas Dios no ha cambiado sus métodos para moldear a sus siervos. Los grandes héroes de la fe tuvieron sus errores y fracasos, pero finalmente aprendieron; llegaron a ser pacientes. ¿Cómo? Por medio de la prueba: “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” Santiago 1:3.
El patriarca Abraham tuvo que esperar veinticinco años para recibir la promesa del nacimiento de Isaac. (Génesis 12:3; 15:2,3; 17:1; 21:5) Aunque es cierto que cometió errores, finalmente su fe se perfeccionó al extremo que llegó a ser llamado: “el padre de la fe”.

Jacob, nieto de Abraham, igualmente tuvo que pasar por un largo proceso hasta ser transformado. 
Resultado de imagen para JACOB Y RAQUELHay en la vida de Jacob una hermosa historia de amor, ya que tuvo que esperar catorce años para poder unirse a su amada Raquel. (Génesis 29:18-30) A Jacob le pareció que catorce años eran pocos porque amaba a Raquel, preciosa enseñanza. Cuando amamos a Dios y le servimos con amor, el tiempo nos parece muy corto. Imaginemos los días de sol, de arduo esfuerzo que pasó Jacob durante catorce años; esa prueba produjo en él esa joya que es la paciencia. Paciencia que tomada de la mano del amor trajo la recompensa, el galardón, la unión con su amada. En efecto, es la paciencia la que nos ayudará a unirnos con aquel que es señalado entre diez mil. (Hebreos 6:15; 10:36; Apocalipsis 3:10; 14:12)

Por otro lado, Moisés también estuvo en el desierto de la prueba durante cuarenta años, para estar listo para el ministerio en el que tenía que sacar al pueblo hebreo de la esclavitud egipcia. Cuando era joven, quiso liberar a su pueblo a su manera y con su propia fuerza, con sus conocimientos y su posición; fue un total fracaso. Dios ya tenía un plan para Moisés, pero antes éste debía aprender a ser paciente, a depender de Dios. Así que Dios lo llevó al desierto, y durante cuarenta años estuvo literalmente practicando con ovejas. Cuando Moisés tenía ochenta años de vida comenzó a estar preparado. Sí, a esa edad, cuando creía que ya no podía hacer nada, cuando era un anciano, cuando quizá se sentía inútil; solo entonces estaba listo para servir a Dios. Porque Dios usa lo débil para avergonzar a lo fuerte. Cabe aclarar que Dios no solo usará a los que tienen muchos años, Dios también puede usar a un niño como Samuel; lo que importa es cómo Dios nos enseña, cómo trabaja Él por medio de las pruebas para enseñarnos a ser pacientes.
Todos conocemos cómo Dios usó la vida de Moisés para liberar al pueblo hebreo, y para gobernar y guiar a la nación de Israel por el desierto. De Moisés se dice que: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.” Números 12:3.

Ahora bien; hemos visto solo unos pocos ejemplos de que la prueba produce paciencia, mas nosotros no estamos exentos de las pruebas; al contrario, las vivimos y sufrimos muy a menudo. Santiago no es el único que menciona esto, también el apóstol Pablo.
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;” Romanos 5:3

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Roma, de una manera excelsa y magistral, habla de la gloriosa entrada que tenemos a la gracia de Dios, mediante la fe en Jesucristo. A través de esta gracia entraremos a la gloria de Dios, ésta es la esperanza de todo creyente. Se gloriaba cada día esperando el momento en que Cristo viniera con poder y gloria. Eso es natural, pero ¡oh, locura de la predicación! “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones…”  San Pablo también se gloriaba en las tribulaciones.
¿Qué es una tribulación? Pena, disgusto o aflicción muy grande que siente una persona. Situación adversa o desfavorable que padece una persona. No solo era algo glorioso saber que entraría a la gloria con el Señor, sino que también se gloriaba cuando padecía por causa de Jesús. ¿Había alguna razón para que él se gloriara? Sí; la tribulación es necesaria para producir en nosotros un fruto del Espíritu Santo: la paciencia.
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La prueba o la tribulación que mencionan los escritores sagrados, son la enfermedad, los problemas, la persecución, la disciplina, o algo que sea adverso y que nos produzca dolor y tribulación. A la vista del hombre natural puede ser... una desgracia, pero a decir del creyente es una forma de crecer en el conocimiento de Dios, de fe, de esperanza y de amor. Así que amados hermanos, lejos de quejarnos por lo que vivimos y sufrimos, alabemos a Dios que está ejercitándonos en la paciencia. Cantemos himnos, con los pies en el cepo de la aflicción, como lo hacían Pablo y Silas, oremos hasta que los presos nos oigan, hasta que sean sacudidos los cimientos del calabozo de la desesperación, y se nos caigan las cadenas del opresor, y el mundo venga de rodillas ante el Señor. (Hechos 16:23-32)
¿Por cuánto tiempo tendremos pruebas? El tiempo que sea necesario a los ojos de Dios, ¿Qué cosas pasaremos? Las que Dios tenga preparadas para nuestra edificación. Dios es sabio, omnisciente, omnipotente, como soberano tiene el control de todo. 
Dejemos que el Señor termine su obra en nosotros, “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Santiago 1:4 


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