Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él. 2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos, 3 pues éste es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos, 4 porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Juan 5: 1-5 (Reina-Valera 1995).
Si hay algo que realmente haga feliz a un padre es que amen a sus hijos, pues el amar al hijo te redirige a amar también a su padre o viceversa, el amar a un padre te llevará a amar a sus hijos.
¨Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él.¨ 1 Juan 5:1 (Reina-Valera 1995).
Todo se debe rodear de AMOR, esa pequeña y corta palabra de solo cuatro letras que posee un significado tan profundo. También son cuatro letras las que dan el nombre de quien es el causante de tan gran sentimiento: DIOS.
Nosotros nos convertimos en hijos de Dios al creer en Jesús y abrirle nuestro corazón. Al hacer esto estamos reconociendo y aceptando el amor de Dios, y eso nos llevará a amarlo también.
Y ese amor que recibimos debemos compartirlo con los demás. Un buen hijo de Dios se identifica principalmente por el amor que hay en él y que refleja, porque Dios es amor; si tan solo tratáramos con amor a todos lo que nos rodean y los miráramos siempre con amor, existirían menos pleitos y contiendas.
Aparte de esto, cuando amamos también obedecemos, pues lo que menos queremos es entristecer el corazón de esa persona que nos ama, y eso es lo que Dios también nos pide que hagamos; al hacerlo le estaremos demostrando nuestro amor.
¨Y éste es el amor: que andemos según sus mandamientos. Éste es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.¨ 2 Juan 1:6 (Reina-Valera 1995).
Cuando hay amor, cumplir con la otra persona no se dificulta porque lo que más anhelas es hacerla feliz. No veamos los mandatos como una obligación, sino como una puerta que nos abrirá bendiciones porque los más favorecidos seremos nosotros. Al ver que nuestro prójimo necesita ayuda, no lo hagamos simplemente porque sí, sino porque a pesar de que sea un mandato de Dios nuestro corazón está lleno de amor; el amor trata de ayudar y de buscar el bien para los demás.
Si nuestras miradas fueran más llenas de amor que de rencor, lástima, orgullo etc., nuestra vida sería diferente. Si conocemos el amor de Dios, reflejémoslo a diario, en cada momento, no importando a quien sea; pero que cada gesto, palabra, etc., salgan llenos de amor, que el amor nos brote hasta por los poros.
Amar no es cualquier cosa, el amor permanece, y por eso los buenos padres y verdaderos amigos siempre estarán a nuestro lado; es más, si amas a alguien del sexo opuesto y decides unir tu vida a esa persona siempre y cuando sea la voluntad de Dios, es para no separarse nunca, que lo que Dios una que no lo separe el hombre. Cuando en realidad amas a alguien estás dispuesto a sacrificarte, a hacer las cosas sin esperar nada a cambio, a luchar sin importar cuánto cueste o duela, y quien no soporta estas cosas es porque no ama.
Tomemos esta nuestra identidad de hijos de Dios, porque el que así se considere y cumpla, tendrá para Él una promesa: ¨Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.¨ 1 Juan 5: 4 (Reina-Valera 1960).
Así que somos nacidos de Dios y tenemos todo a nuestro favor para vencer al mundo (el pecado, la maldad, la mentira, el odio, la enfermedad, las ataduras, los problemas, las crisis emocionales, matrimoniales, familiares, económicas etc.) Y el arma que se nos da para vencerla con todas las de la ley se llama FE.
Y la estocada final: ¨¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?¨ 1 Juan 5:5 (Reina-Valera 1960). Es decir querido herman@, TÚ y YO.
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