martes, 21 de mayo de 2019

Entendiendo la Justicia de Dios

Muchas almas están confundidas y desorientadas con las muchas conjeturas incoherentes sobre el precioso Evangelio de Cristo. Los temas relacionados con la justicia de Dios, el trato de Dios con el hombre a través de los siglos y la manera tan maravillosa y sencilla como el pecador puede ser justificado, son temas que no se enseñan con claridad, lo que conlleva a que un gran número de cristianos no acaben de entender completamente la justicia de Dios.

En el Antiguo Testamento el concepto de la justicia de Dios se maneja con significados muy insondables. Dios es el juez santo que tiene el atributo divino de hacer juicio a todas sus criaturas. (Salmos 7:11, Isaías 5:16). Su justicia revela su carácter intachable y su conducta perfecta. (Deuteronomio 32:4).
A través de la historia del trato de Dios con su pueblo Israel, se observa a una nación que constantemente adultera, falla y quebranta la ley de Dios. Este pueblo representa también hoy a cada uno de nosotros: los pecadores, quienes nunca podremos llegar a ser justos y dignos frente a un Dios que es absolutamente santo y justo. Quien tenga su propia justicia no entiende el evangelio.

Las historias de la destrucción del diluvio, la confusión de las lenguas en la torre de Babel y el fuego consumidor sobre Sodoma y Gomorra, son algunos ejemplos típicos de un Dios que puede llegar a hacer una justicia muy severa, y que además puede llegar a manifestarse como un fuego consumidor. (Deuteronomio 4:24)

La triste realidad es que desde el pecado original en el huerto del Edén, el hombre siempre será un corrupto y estará carente de todo tipo de justicia para presentar delante de Dios. 
No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:10-31).

Pero, ¡qué noticia celestial! El justo por la fe vivirá. Romanos 1:17

Después de la cruz, en el nuevo pacto de gracia se deja bien claro que el hombre impío y pecador puede ser declarado justo por la fe en la obra de Jesús. Y esta es la única manera de justificarnos, esta es la forma que Dios ha establecido:

Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Romanos 5:1)

La justicia del Dios que me condenaba por la transgresión de la ley, ahora es transformada en el Dios de gracia que me ama de forma indescriptible, me perdona eternamente y me declara justo, por medio de la fe en la obra de Cristo en la cruz del Calvario.

¿Cómo funciona hoy la Justicia de Dios?



Al que no conoció pecado (Dios), por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros (los pecadores) fuésemos hechos justicia de Dios en (Jesús) él. (2 Corintios 5:21).

Esta es la diestra de su justicia, el único fundamento que sostiene al verdadero cristiano en todo su bregar infiel por el peregrinar de esta vida terrenal. 
¡Oh, maravilla celestial!, que la verdadera justicia viene del cielo para declarar justo por la fe al más vil de los pecadores como los somos usted y yo. ¿Lo aceptas así? ¿Lo crees con sinceridad? ¿Quedan vestigios de tu justicia en tu vida?; porque es solo el Espíritu Santo quien puede despojarnos de todos nuestros argumentos.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3:36).

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