La misma palabra de Dios dice y revela cuál era nuestra condición sin Cristo Jesús en nuestras vidas; estábamos perdidos en un mundo de maldad, segados a causa de las tinieblas que imperan en este mundo: la muerte. Sin Cristo estábamos condenados a la muerte eterna, pero como dice la escritura: El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció. Estábamos en medio de las tinieblas que prevalecían bajo el yugo de la muerte y satanás, pero en medio de esas tinieblas que nos cegaban y nos mantenían muertos en vida, nos alumbró la luz de Cristo, y nos pasó de las tinieblas a su luz admirable, a un reino de vida, y vida abundante y eterna. Ahora somos la luz y la sal de este mundo; demos testimonio agradable a Dios ante el mundo, que el mundo sea conquistado sin palabras por gente trasformada y llena del poder del espíritu santo de Dios, y que nuestra forma de vida hable más fuerte que nuestras palabras.
1ª Pedro 2:9 pero ustedes son linaje escogido, para que sirvan como sacerdotes para el reino; pueblo santo, congregación redimida para que anuncien las glorias de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ahora, por la gracia y la gran misericordia de Dios hemos sido escogidos por Él, pero Dios nos exhorta y nos llama a ser sacerdotes del reino; Jesús te llamó con una gran responsabilidad, la de ser un sacerdote del reino de Dios, nos llamó para que seamos un pueblo santo, limpio, sin mancha y sin arruga. Dios quitó la oscuridad, la densa tiniebla que no nos dejaba ver, como si nos hubieran quitado una venda de los ojos, y Jesús, la luz del mundo, nos alumbró y nos dio una nueva visión guiada por la luz. Él mismo afirmó Yo Soy La Luz Del Mundo.
Hay cuatro puntos importantes al estar ya en la luz de Cristo:
- Somos escogidos: sintámonos dichosos; de entre millones somos llamados a servir a Dios, fuimos escogidos para ser la diferencia, para ser la sal y la luz de este mundo. Nosotros no escogimos, es más, ni buscábamos a Dios ni de Dios, pero Él nos escogió.
- Somos instituidos Siervos: debemos dedicarnos al verdadero sacerdocio; a apacentar el rebaño. Que en todo momento vayamos a auxiliar al necesitado, que siempre tengamos palabras de ánimo para el débil, que amemos a nuestro prójimo como Él nos amó.
- Somos Pueblo Santo: que busquemos la santidad con la cual veremos a Dios, y alumbremos con nuestra forma de vida, que conquistemos almas con nuestra conducta, que reflejemos que verdaderamente Cristo mora en nosotros y que somos hijos de Dios.
- Somos Pueblo redimido: para que vayamos y demos el mensaje de salvación a otros, así como Dios nos perdonó y nos restauró, que con el mismo evangelio otros puedan también alcanzar la salvación y la vida eterna.
Por eso mismo, ya estando bajo la luz admirable de Jesucristo, Él nos ha puesto como luz en medio de este mundo de maldad, de tinieblas donde gobiernan las huestes de satanás y que constantemente estarán lanzando ataques, y muchos de estos serán a muerte, muerte espiritual queriendo hacernos desistir de la fe, y querrán alejarnos de la luz admirable de Cristo.
Efesios 6:12 porque la lucha nuestra no es contra hombres de carne y hueso, sino la del cielo contra las soberanías, contra las autoridades, contra los jefes que dominan en estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal. Por eso Dios a través de sus profetas, apóstoles y siervos de hoy en día nos advierte de todo esto y nos dice que nos preparemos, que leamos la biblia, que edifiquemos y limpiemos nuestra alma, que oremos, que construyamos una relación íntima y estrecha con Dios. Congreguémonos, busquemos edificarnos con los mensajes y aprendamos más de Dios cada día, busquemos actividades donde se sienta la presencia y la gloria de Dios, porque la lucha no es con personas humanas sino contra potestades invisibles que atacan nuestros sentidos; en especial cuidemos el de la vista, el oído y la lengua, pues recuerda que fuimos llamados a ser luz en medio de las tinieblas, vence con el bien (Jesucristo) el mal (satanás).
Mateo 5:13 Ustedes son la sal de la tierra. ¡Y si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Ya no sirve más que para tirarla a la calle y que la pise la gente. Somos la sal de este mundo, fuimos puestos en medio de este mundo para llevar el mensaje del evangelio de Jesucristo. Dios nos llama a testificar con nuestra vida y hablar a otros de Cristo Jesús; nos llama a preservar una iglesia agradable a sus ojos, que con nuestra forma de vida conquistemos almas y la iglesia sea preservada hasta la venida gloriosa de nuestro amado Jesús.
Mateo 5:14-16 Ustedes son como una luz que ilumina a todos. Son como una ciudad construida en la parte más alta de un cerro y que todos pueden ver. Nadie enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón. Todo lo contrario: la pone en un lugar alto para que alumbre a todos los que están en la casa. De la misma manera, la conducta de ustedes debe ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas acciones. Así los demás las verán y alabarán a Dios, el Padre de ustedes que está en el cielo. Debemos ser como una luz que ilumine todo a nuestro alrededor, casa, hogar, familia, trabajo, vecindario, iglesia y en todo lugar; somos puestos en alto para que todos nos observen y vean, y por eso debemos ser fieles testigos del evangelio de Cristo Jesús. Todos están atentos a todos nuestros movimientos, por eso es necesario ser un testigo fiel del señor Jesús; para que con su luz brillemos y alumbremos a otros, fuimos llamados a servir al prójimo, no para esconderse o encerrarse; fuiste llamado a servir en todo lugar en el que te muevas y estés; recuerda que te están observando porque todos esperan ver lo que haces, cómo te comportas, cómo hablas, cómo actúas, si verdaderamente eres cristiano.
Debemos ser cristianos que enseñen, que trasmitan el mensaje de salvación y vida eterna, pero la mayoría de las veces vamos a predicar sin hablar, con nuestro testimonio. Las huestes de satanás, Jehová le reprenda, solo están esperando un resbalón para señalarnos y hacernos quedar mal ante la gente, para desacreditar el nombre Santo de Dios y mostrar al mundo que el sacrificio de Jesucristo en la cruz fue en vano. Día a día nos observan multitudes, por lo tanto santifiquémonos, mantengamos nuestras vestiduras limpias, sin mancha y sin arruga, limpias y agradables delante de Dios; entonces hallaremos gracia delante de Dios y de los hombres y nuestro testimonio será fiel a Dios.
Hebreos 12:1 Por tanto, también nosotros que tenemos todos estos testigos alrededor nuestro como una nube, despojémonos de todas nuestras cargas, y del pecado que nos asedia en todo tiempo, y corramos con perseverancia en esta prueba de destreza que está puesta delante de nosotros. Recuerda que alrededor nuestro tenemos muchos testigos que están observándonos, y por eso tenemos que despojarnos de todo lo malo, de las malas maneras de vivir, de las malas palabras, de las malas costumbres que agradan a los hombres pero que ofenden a Dios. Caminemos con la frente en alto cada día de nuestra vida, testificando con nuestra forma de vida, en todo tiempo y circunstancia, que Cristo Jesús mora en nosotros.
Padre Santo, Padre bueno, hoy yo vengo y me humillo ante ti pidiéndote: ayúdame a ser diferente, que verdaderamente cambie mi corazón y pueda ser agradable a tus ojos, enséñame a permanecer fiel a ti, ayúdame a testificar realmente con mi vida que Tú vives y moras en mí, que con mi forma de vida testifique que el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario valió cada gota de su sangre, que testifique que no fue en vano, ayúdame a vivir en obediencia a ti, ayúdame a ser la luz de este mundo. Hoy quiero ser sincero como David, hoy te entrego mi corazón, Tú sabes que aún tiene muchos defectos, pero en tus manos sé que será trasformado para gloria de tu Nombre Santo.
Te pido también por todos los que leerán este mensaje; que también Tú seas la luz que alumbre sus corazones y sus vidas; quita toda venda de duda, llenándolos de tu presencia, sácalos de las tinieblas y llévalos a tu luz admirable, y así podremos alumbrar si nos alumbra Cristo. En el nombre de Jesús amén.
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