En ocasiones los hijos de Dios tenemos que pasar por desiertos, véanse momentos de necesidades físicas como el alimento o la salud, emocionales como el amor y la aceptación, o espirituales como la salvación y la regeneración. Pero podemos experimentar una gran fortaleza y llenarnos de fe cuando sabemos que, a pesar de las circunstancias que la vida presenta, tenemos un pastor bueno que está interesado en nuestro bienestar, y nos llevará a pastos verdes, donde habrá descanso y provisión todos los días.
1. Jehová es mi pastor; nada me faltará. Esta hermosa declaración al inicio del salmo, llena de tranquilidad el corazón de los creyentes a lo largo del mundo. Nuestro Señor Jesucristo declaró que mientras estemos en este mundo tendremos aflicciones (Juan 16:33), pero inmediatamente nos recuerda que Él es más poderoso que esas aflicciones. Nos recuerda que Él las ha vencido con el poder de Su Palabra. Cuando su corazón esté a punto de desfallecer, recuerde esta palabra que viene directamente de nuestro Padre Celestial, Él es Nuestro Pastor. Aquellos que hemos recibido a Jesús como Nuestro Salvador, somos sus ovejas. Siempre que estemos bajo su cuidado, nada faltará, nada. Ninguna cosa que sea necesaria hará falta, Él es nuestro proveedor (2 Corintios 9:10) y nuestro protector (Salmo 121:5).
2. En lugares de delicados pastos me hará descansar. Dios es bueno, y siempre buscará lo mejor para sus hijos. Él puede brindarnos un lugar para descansar de todas nuestras aflicciones. Un espacio físico o espiritual en el que nuestro corazón encuentre reposo. Suave, acogedor, fresco, donde podemos liberarnos de las pesadas cargas de la vida (Mateo 11:29), que es la misma presencia de Dios con nosotros, sin importar el lugar donde estemos.
Junto a aguas de reposo me pastoreará. Ese lugar de descanso para nuestro corazón, también es un lugar de provisión, donde el Señor pone a nuestra disposición el agua de la vida. Su Palabra es esa agua de vida que refresca nuestro espíritu, que nos purifica, y nos llena de energía para seguir el camino (Juan 7:37).
3. Confortará mi alma. Dios conoce de lo que tenemos necesidad, conoce nuestros más profundos sentimientos. Cuando estamos desanimados desea llenarnos de aliento. Cuando estamos cansados desea darnos descanso. Solo debemos quitar todo el ruido de nuestra alma que evita que escuchemos sus suaves arrullos.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Hemos sido creados para el deleite del Señor, y no hay nada que lo alegre más que nuestra obediencia, que andemos por el camino derecho. Hemos sido creados para buenas obras (Efesios 2:10), para caminar en justicia. No perdamos el tiempo en truhanerías que no sirven para nada.
4. Aunque ande en valle de sombra de muerte... Cuando las situaciones de este mundo, la carne o el mismo Satanás, arremeten contra los hijos de Dios, podemos experimentar la sensación de caer en un agujero profundo, donde parece que no hay salida, la depresión puede hacerse patente, hasta podemos llegar a pensar que nuestra vida no tiene sentido, y la sombra de la muerte parece que nos cubre.
...No temeré mal alguno. Pero el creyente, a pesar de estos sentimientos, que son naturales en los seres humanos, puede llenar su corazón de coraje, arremeter con valor y pronunciar con autoridad que nuestro Dios ha vencido a la misma muerte, y no tenemos nada que temer (Juan 10:17).
Porque tú estarás conmigo. Pero esta firme convicción solo puede proceder de una relación íntima y personal con Dios, por la que conozcamos su carácter y su voluntad, y en la que podamos experimentar su presencia como un poderoso gigante (Jeremías 20:11).
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Como todo pastor, nuestro Señor tiene herramientas para brindarnos su cuidado, una vara para arremeter contra toda bestia que se atreva a poner en peligro la vida de sus ovejas, un brazo fuerte (Deuteronomio 26:8), y un cayado para acercarnos amorosamente a Él cuando necesitemos su consuelo, sin descuidarse tan solo un segundo de nosotros (Salmo 121:4).
5. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores. La protección y provisión del Señor se hace evidente para las personas a nuestro alrededor, incluso para nuestros detractores. Él no tiene ningún inconveniente en avergonzar a los orgullosos (Salmo 18:27), pero debemos cuidar de no llenar nuestro corazón de venganza, porque eso está solo en sus manos (Deuteronomio 32:35).
Unges mi cabeza con aceite. Los reyes eran ungidos con aceite (1 Samuel 16:13). Era una forma de mostrar que Dios los había elegido para una misión especial, y que su Espíritu Santo estaría en ellos; por lo tanto, denota un lugar privilegiado y exclusivo para sus hijos; es también una forma de simbolizar el bautismo en el Espíritu Santo que fue otorgado a la iglesia años después (Hechos 2:2-4), que capacita al creyente para cumplir eficazmente la tarea que nos ha sido encomendada de predicar el evangelio a todo el mundo, haciendo uso de señales de Su Poder (Marcos 16:17-18).
Mi copa está rebosando. Cuando nuestro Señor decide bendecir, lo hace de forma extraordinaria, con gran abundancia, mucho más de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20); en sus manos están todas las cosas, siempre está en control y nos anima a pedir para recibir (Mateo 7:7).
6. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida. Este versículo, en un preciosa conclusión para todo el argumento presentado en este salmo, afirma categóricamente que en la vida de los creyentes hay bien y misericordia, que tenemos un Dios bueno que actúa con bondad en nosotros, y que cuando cometemos errores, es misericordioso para perdonarnos. Él no está molesto con nosotros, eso sí, aborrece el pecado (Josué 24:19), pero ama al pecador (Romanos 5:8).
Y en la casa de Jehová moraré por largos días. Ante tal declaración de amor de nuestro Pastor, es natural que en nuestro corazón haya el profundo deseo de pasar tiempo en su presencia, conocerlo más íntimamente, escuchar su voz, disfrutar de su compañía todos los días. El Rey David escribió que prefería estar un solo día en la presencia del Señor, que mil lejos de Él (Salmo 84:10).
CONCLUSIÓN
Cuando Dios es nuestro pastor, tenemos la plena certeza de que nada nos hará falta. Aquello que necesitemos para suplir nuestras necesidades físicas, emocionales y espirituales será provisto por nuestro pastor. Cuando estemos pasando por momentos de dificultad, puede llenarnos de valor, ayudándonos a caminar por el camino derecho para que seamos gloria para su nombre. Las presiones del mundo, la carne y el pecado pueden llevarnos a un gran desconsuelo, pero nuestro pastor nos libra del miedo, permaneciendo junto a nosotros, defendiéndonos y consolándonos. Él traerá gran provisión a nuestra vida, que abundará y sobrará, y no tendremos la menor duda de que Dios es bueno con nosotros, y está dispuesto a perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA
Dios le ama, y entregó a su hijo Jesucristo en rescate por usted (Juan 3:16), a pesar de que todos los seres humanos somos pecadores, lo cual nos condena a la muerte eterna (Romanos 3:23). La consecuencia del pecado es la muerte, pero Dios le ofrece un regalo, la salvación por medio de Jesús (Romanos 6:23). Usted puede ser un hijo de Dios, recibiendo a Jesús como su salvador, creyendo en su nombre (Juan 1:12). La forma de hacer esto es confesar nuestros pecados a Él en oración, y Él que es fiel y justo, le perdonará (1 Juan 1:9). No espere más, Él está tocando a la puerta de su corazón en este momento para iniciar una relación personal con usted, que cambiará su eternidad (Apocalipsis 3:20). Recíbalo como su Salvador hoy.
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