Nunca imaginamos el impacto que puede tener la palabra profética, cuando la pronunciamos y procuramos obedecerla con todas nuestras fuerzas, para vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
Dios tiene lo mejor para nosotros; Él nos quiere mostrar el camino más excelente y es el del Amor.
El amor es lo más valioso e importante que Dios nos ha regalado y sin él, todo lo que pensemos, digamos, sintamos o hagamos, no tiene valor. Sin amor nada somos.
Sin amor lo más valioso del hombre se reduce a nada; sus logros más grandes se reducen a cero. Podemos verlo de esta forma. Puedes escribir una lista de ceros. El primer cero representa la Sabiduría; el segundo la ciencia; el tercero el discernimiento de espíritus, el cuarto la profecía; el quinto el hablar en lenguas; el sexto la interpretación de lenguas; el séptimo la fe; el octavo los milagros y el noveno las sanidades; todos estos ceros siguen sin ser nada más que ceros. No equivalen a nada.
Pero si colocas un número uno a la izquierda de esa fila de ceros, entonces cada uno de los ceros adquiere un valor. El amor es el elemento que necesita ser añadido a cada uno de los dones del Espíritu. Sin el amor, cualquier don resulta inútil, no tiene ningún valor. Tener dones y no tener amor es no tener nada.
1 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si
tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si
tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor,
nada soy. 3 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los
pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me
sirve.
13 Ahora permanecen la fe, la esperanza y el
amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13. 1-3,13
EL AMOR, MEJOR QUE LOS SACRIFICIOS.
1 Corintios 13:3
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
En este versículo seguimos encontrando cosas que nosotros creemos y aseguramos que es lo más grande que podemos hacer; sin embargo, Pablo nos vuelve a enseñar que el requisito más importante es el amor.
SACRIFICIO DE MIS FINANZAS.
“Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a pobres...” (vers. 3ª RVA).
Pablo continúa con sus palabras sobre la abnegación sin el amor acompañado, y señala que “aunque conceda todos mis bienes para alimentar a los pobres...”, es algo que otros pueden considerar notable. En griego, el término “otorgar … para alimentar a los pobres ” es una palabra griega, "psomiso". Significa “repartir” o “dar por la boca”. El uso de esta palabra es para mostrar que si alguien tomara cualquier pedazo de su existencia y lo repartiera como una forma de obtener el favor de Dios, o el ser elevado a los ojos de los hombres, en realidad no significa nada sin amor.
En esto, podemos pensar en personas que viven como monjes que no poseen nada y actúan piadosamente. A medida que lo reciben, se lo entregan a otros. Exteriormente esto puede parecer noble y digno de elogio, pero es insignificante a menos que se haga con amor. Si Dios no está en sus corazones, y si no hay un verdadero sentido de amor en sus obras, simplemente están desperdiciando sus vidas.
Pablo dice que hasta un gran sacrificio, si carece de amor, no beneficia nada a la persona. Es decir, Dios no recompensará a los que hacen un sacrificio si lo hacen sin amor.
Esto debe servir como advertencia para aquellos que esperan comprarse un puesto en el cielo, simplemente porque dan al necesitado. Ese tipo de caridad, basada en razones egoístas en vez de amor, no traerá ningún beneficio.
Podemos llegar a creer que siendo benevolentes con los pobres nos ganaremos el cielo. ¿Qué puede ser más sublime que entregar todos nuestros bienes para dar de comer a los pobres? Sin embargo, Pablo no solo da a entender que es posible hacerlo sin estar movidos por el resorte del verdadero amor, sino también que la benevolencia hecha por otro motivo que el amor no sirve de nada.
La Benevolencia es una cualidad del ser humano con la que demuestra en sociedad que es bueno con los que convive. Según su etimología, Benevolencia se compone de los términos “Bene” que significa “Bueno” y “Volo” que quiere decir “Querer”.
O sea, una persona que es benevolente quiere ser buena con los demás. Sus sentimientos, dictan que las acciones que tiene que tomar deben beneficiar a los demás, incluso si su bienestar se ve comprometido. Pero se puede ser benevolente sin tener amor, solo dar de comer a los pobres y ayudar al necesitado para atemperar la conciencia, o tal vez para inflar el ego o creer como muchos que hacer esto te acerca más al cielo, es decir, que ayudando al necesitado vas al cielo.
NO SOMOS FILÁNTROPOS.
El Señor quiere que aprendamos que no somos filántropos, ¿Qué es esto, que significa? Etimológicamente, la palabra filantropía significa “amor a la humanidad”. Éste es el fin por el que debemos aportar a otros.
Necesitamos comprender que Dios no nos llamó a ser filántropos, sino a demostrar el amor del Señor con hechos.
Los supuestos actos de caridad más grandes son completamente inútiles a menos que estén motivados por el amor. Sin amor, es un esfuerzo desperdiciado.
Oración:
“Mi Señor, ¿qué es lo que te agrada? ¿Dinero? ¿Debo dar dinero a los pobres para comprar Tu amor? ¿Sería agradable si pasara todo el día, día y noche, sentado en un banco repartiendo comida para que otros vieran mi bondad? ¿Estas cosas me comprarían el acceso a tu hogar eterno?
Señor, sé que ninguno de éstos me hará una pizca de bien a menos que estén acompañados con un sincero amor por ti. Deja que mis obras sean obras de fe, no para que otros te vean, sino para que te regocijes. Sé complacido con mi corazón, amor y acciones como yo lo hago por ti. Amén”.
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