Roy Popkin cuenta la historia real de un anciano que perdió el conocimiento en una calle de Brooklyn y lo llevaron de emergencia a un hospital.
Después de hacer algunas indagaciones, una enfermera del lugar pareció localizar al hijo del anciano, un marino que trabajaba en otra ciudad.
“Su hijo está aquí”. El pobre anciano, sedado por tanta medicina, levantó su brazo tembloroso. El marino tomó su mano y la tuvo entre las suyas durante varias horas.
De vez en cuando, la enfermera le sugería al marino que se tomara un descanso, pero él rehusaba.
Cerca de la madrugada, el anciano falleció. Cuando murió, el marino le preguntó a la enfermera: ¿Quién era ese hombre?
La enfermera le dijo: ¿no era su padre?
No, dijo el marino, “pero vi que se estaba muriendo y en ese momento él necesitaba un hijo desesperadamente, y por eso me quedé”.
¿Cuando fue la ultima vez que hice algo extraordinario simplemente porque una persona me necesitaba?
Lucas 22,27
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.
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