Pero analicemos el
poder de la fe desde un punto de vista coherente, necesario y significativo.
Consideremos, entonces, que la fe en ÉL debe ser inteligente. Debe ser
consecuente, y debemos comprender que Dios no hace las cosas porque sí. Que
todo debe tener una razón que muchas veces no alcanzamos a comprender.
Por ejemplo, pensemos que,
a pesar de que muchos cantantes incluyen entre sus canciones algún texto que
habla del “poder de la fe”, como por ejemplo: “les aseguro que si tienen fe,
tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: trasládate
de aquí para allá y se trasladará. ¡Para Vdes. nada es imposible!”, en mi modesta
opinión nos están diciendo que la fe o confianza en Él es lo más significativo
que debemos sentir nosotros. Lo más importante, lo más necesario ¡vamos!
Mas pensemos que Dios
no va a hacer las cosas porque sí; aunque se lo pidamos con una fe absoluta y
en el nombre de su hijo unigénito Jesús, Dios siempre será consecuente. Además,
debemos saber que Dios hará aquellas cosas que sean de su absoluta voluntad, y no de la nuestra.
Consideremos que, por
ejemplo, este hecho de mover una montaña puede que no esté entre los objetivos
de Dios, salvo que ÉL considere que estamos en la hora final. Pensemos en las
nefastas consecuencias que conllevaría hacer esto. Como, por ejemplo, la muerte
de innumerables seres vivos, plantas, animales y otros. Amén de las negativas consecuencias
medio-ambientales que causaría este efecto.
¿Entonces? Pensemos
primero si Dios quiere, porque poder PUEDE, ya lo sabemos, y así veremos la
viabilidad de lo que le estamos pidiendo.
Pensemos todos. En el
nombre de Jesús, amén.
M.G.L.
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