La Biblia enseña también que Dios colocó las estrellas en grupos reconocibles que llamamos constelaciones. La Biblia menciona tres de ellas: El Orión, el Oso (Osa mayor) y "la serpiente tortuosa" (probablemente el Draco o el Serpens) en Job 9:9; 26:13; 38:31-32; y Amós 5:8. Los mismos pasajes hacen referencia también al grupo de estrellas Pléyades (las Siete Estrellas). Dios es el que "desata las ligaduras" de estas constelaciones; Él es quien las saca, "a su tiempo". En Job 38:32, Dios también apunta a "Mazzarot", usualmente traducida "constelaciones". Esta es la creencia de muchos como una referencia a las doce constelaciones del zodíaco.
Las constelaciones tuvieron su aplicación y fueron estudiadas durante milenios. Los egipcios y los griegos sabían del zodíaco y lo usaron para medir el principio de la primavera siglos antes de Cristo. Mucho se ha escrito sobre el significado de las constelaciones zodiacales, incluyendo las teorías que comprenden el plan redentor de Dios. Por ejemplo, para los egipcios el zodíaco empezó con Virgo y terminó con Leo. Virgo podría ser un recordatorio de la Virgen que dio a luz a Jesucristo, y la constelación Leo sería vista como una representación celestial de que en el fin Él reinará como el León de la Tribu de Judá (Apocalipsis 5:5); Géminis puede ser vista como Jesucristo el Dios-hombre. Sin embargo, la Biblia no indica expresamente ningún "significado oculto" de éstas u otras constelaciones.
La Biblia dice que las estrellas, junto con el sol y la luna, fueron dadas como "señales" y "estaciones" (Génesis 1:14); es decir, servirían para marcar el tiempo para nosotros. También son "señales" en el sentido de "indicadores" de navegación, y a través de la historia los hombres han utilizado las estrellas para trazar sus cursos alrededor del mundo. Dios usó las estrellas como ilustración de su promesa a Abraham de darle una descendencia innumerable (Génesis 15:5). Por lo tanto, cada vez que Abraham miraba al cielo nocturno, tenía un recordatorio de la fidelidad y la bondad de Dios. El juicio final de la tierra estará acompañada por acontecimientos astronómicos relativos a las estrellas (Isaías 13:9-10; Joel 3:15; Mateo 26:29).
En contraste con la astronomía, la astrología es la "interpretación" de una supuesta influencia que las estrellas (y los planetas) ejercen sobre el destino de la humanidad. Esto es una creencia falsa. Los astrólogos reales de la corte babilónica fueron avergonzados por el profeta de Dios, Daniel (Daniel 1:20), y fueron incapaces de interpretar el sueño del rey (Daniel 2:27). Dios especifica a los astrólogos como entre quienes serán quemados como tamo en el juicio de Dios (Isaías 47:13-14). La astrología como forma de adivinación está expresamente prohibida en las Escrituras (Deuteronomio 18:10-14). Dios prohibió a los hijos de Israel adorar o servir al "ejército del cielo" (Deuteronomio 4:19). Varias veces en su historia, sin embargo, Israel cayó en este pecado (2º Reyes 17:16 es un ejemplo de esto). Su culto a las estrellas trajo el juicio de Dios cada vez.
Las estrellas deben despertar asombro ante el poder, sabiduría e infinitud de Dios. Deberíamos usar las estrellas para marcar tiempo y lugar, y recordarnos la fidelidad de la naturaleza a Dios, según su pacto. Al mismo tiempo, reconocemos al Creador de los cielos. Nuestra sabiduría proviene de Dios, no de las estrellas (Santiago 1:5). La palabra de Dios, la Biblia, es nuestra guía a través de la vida (Salmo 119:105).
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