Tomar frases y versículos fuera de contexto casi siempre lleva a malos entendidos. Por ejemplo, si tomamos la frase “Dios es amor” (1 Juan 4:7-16) fuera de contexto, podemos pensar que nuestro Dios ama todo y a todos todo el tiempo, con un tipo de amor emocional y romántico. Pero en su contexto gramatical y literal, “amor” se refiere en este caso al amor ágape, la esencia del cual es sacrificarse por el bienestar de otro, y no un sentimiento romántico y sentimental. El contexto histórico también es crucial, porque Juan se estaba dirigiendo a los creyentes de la Iglesia del primer siglo y los instruía no en el amor de Dios en sí, sino sobre cómo distinguir a los verdaderos creyentes de los falsos maestros. El verdadero amor (aquel que se sacrifica por el bienestar de otros) es el sello del verdadero creyente (verso 7). Aquellos que no son capaces de amar no pertenecen a Dios (verso 8). Dios nos amó antes que nosotros a Él (versos 9-10), y es por lo que debemos amarnos unos a los otros y así demostrar que somos suyos (versos 11-12).
Además, considerando la frase “Dios es amor” en el contexto total de la Escritura (síntesis), evitará que lleguemos a la popular conclusión de que Dios es solamente amor, o que Su amor es más grande que todos Sus demás atributos. Sabemos, por muchos otros pasajes, que Dios es también santo, justo, fiel, confiable, bondadoso, misericordioso, bueno, compasivo, omnipotente, omnipresente, omnisciente y muchas otras cosas. También sabemos por otros pasajes, que Dios no solamente ama, sino que también aborrece. (Salmo 11:5).
La Biblia es la Palabra de Dios, literalmente “inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), y se nos manda leerla, estudiarla y comprenderla a través de buenos y apropiados métodos de estudio bíblico, siempre con la iluminación del Espíritu Santo para guiarnos (1 Corintios 2:14). Nuestro estudio se beneficiará notablemente si nos mantenemos diligentes en la cuestión del contexto. No es difícil señalar pasajes que aparentemente se contradicen con otras porciones de la Escritura, pero si observamos cuidadosamente sus contextos y utilizamos la totalidad de la Escritura como referencia, podremos comprender el significado de un pasaje, y las aparentes contradicciones serán explicadas. “La autoridad del contexto” implica que el contexto a menudo determina el verdadero significado de una frase. Ignorar el contexto es colocarnos en una tremenda desventaja.
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