La iglesia primitiva en Jerusalén atravesaba un tiempo de crisis. Esta vez el problema no era un enemigo externo. No consistía en una enseñanza herética de la confraternidad. Era simplemente un grupo de discípulos que habían perdido sus prioridades.
La iglesia estaba en peligro de perder su pasión por la oración.
Una buena pregunta, una mala respuesta
La congregación se hacía una pregunta legítima. La historia se cuenta en Hechos 6:1-7. Querían saber quién cuidaría de las viudas judío-griegas. ¿Quién en la iglesia cuidaría de esas viudas y les daría de comer todos los días? Después de todo, las viudas judías hebreas estaban recibiendo alimento. No podemos dejar fuera a un grupo, declaró la iglesia, mientras que a otro grupo se le satisfacen sus necesidades.
Crisis Evitada. Respuesta fascinante
La respuesta particularmente fascinante en este pasaje tiene lugar en Hechos 6:4. Los apóstoles dijeron: “Pero nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la predicación.”
No podían, bajo ninguna circunstancia, descuidar la oración o el ministerio de la predicación. Por muy importante que fuera el cuidado pastoral de las viudas, la oración y la predicación no podían ser minimizadas.
Así que los líderes de las iglesias de todo el mundo dan prioridad a la predicación en nuestras iglesias. Ese toque de trompeta nunca debe ser silenciado.
Pero es la primera parte de Hechos 6:4 precisamente, la que no vemos a menudo en la mayoría de las iglesias hoy en día: “Pero nos dedicaremos a la oración…”
Falta de oración = Falta de poder
La iglesia de Jerusalén no solo tenía una reunión de oración minúscula. La oración no era una adición a sus servicios de adoración. La oración no era tangible antes de comer los alimentos.
La iglesia se dedicaría a la oración.
Uno de los factores más relacionados con la efectividad de las iglesias evangélicas es la pasión y la devoción por la oración.
Parece que tenemos poco poder en nuestras iglesias hoy porque tenemos poca oración. No es solo una oración superficial. No es solo una oración de ofrendas. No es solo una oración de hospital.
Las iglesias poderosas tienen pasión por la oración. Están consumidas por la oración. Son devotas de la oración.
Gratitud por las iglesias que oran
He sido bendecido en las últimos años por ser testigo del poder de las iglesias que oran. Son pocas en número, pero son grandes en su testimonio y ministerios. Por estas iglesias estoy agradecido a Dios, y por su servicio al cuerpo de Cristo.
Desgraciadamente, las iglesias se están volviendo cada vez menos evangélicas en el fondo. El analfabetismo bíblico está en aumento. Las misiones se han acabado, y a veces parece que el único área en la que estamos en aumento es la de los conflictos.
Pero estoy agradecido de que nuestra denominación haya emitido un llamado al resurgimiento de la Gran Comisión. Y estoy especialmente agradecido de que la primera prioridad de este movimiento sea un llamado a la oración.
Cuando las iglesias oran
Hemos probado una montaña de métodos. Hemos leído miles de libros. Hemos creado nuevos programas y ministerios.
Pero parece que nos falta lo principal: no estamos enfocados en el poder de la oración.
Cuando las iglesias oran, Dios escucha. Cuando las iglesias oran, la gente se declara sin poder y que Dios es todopoderoso. Cuando las iglesias oran, el enfoque se mueve del yo y las necesidades personales hacia Dios y Su gloria.
Que nuestras iglesias, como la iglesia primitiva de Jerusalén, sean consumidas por la oración.
Entonces podremos ver un verdadero resurgimiento de la Gran Comisión.
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