Primera historia
Al autor y orador Leo Buscaglia
se le solicitó una vez que fuera parte del
jurado en un concurso.
El propósito del concurso era encontrar al niño más
cariñoso.
Y el ganador fue un niño de 4 años, vecino de un
anciano cuya esposa había fallecido recientemente.
El niño, al ver al anciano llorar en el patio de su
casa, se acercó y se sentó en su regazo.
Cuando su mamá le preguntó qué le había dicho al vecino, el niño le contestó...
Segunda historia
La maestra Debbie Moon estaba estudiando con su
grupo de primer grado, la pintura del cuadro de una familia.
En la pintura había un niño
que tenía el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia.
Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de
la pintura era adoptado.
Entonces, una niña del grupo le dijo:
-"Yo sé todo de adopciones porque yo soy
adoptada".
-¿Qué significa ser adoptado?" , preguntó
otro niño.
"Significa“, dijo la niña,"que
tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre".
Tercera historia
Jamie estaba intentando conseguir ser una parte en una
obra de la escuela.
Su mamá contaba que el niño había puesto su corazón
en ello y temía que no fuera elegido.
El día que las partes de la
obra fueron repartidas, yo estaba en la escuela.
Jamie salió corriendo con los ojos brillantes, con
orgullo y emoción.
-"Adivina qué mamá", gritó y luego dijo unas palabras que permanecerán
como una lección para mí:
-“He sido elegido para aplaudir y animar".
Cuarta historia
Un niño de 10 años estaba parado frente a una
tienda de zapatos en una calle, descalzo, apuntando a través de la ventana y
temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo:
-"Mi pequeño amigo, ¿qué estás mirando con
tanto interés en esa ventana?"
-"Le estaba pidiendo a Dios que me diera un
par de zapatos", fue la respuesta del niño.
La señora le tomó de la mano y entraron en la
tienda. Le pidió al empleado media
docena de pares de calcetines para el niño.
Preguntó si podía darle un
recipiente con agua y una toalla. El empleado le trajo lo que pidió. Ella
llevó al niño a la parte trasera de la tienda, le lavó los pies y se los secó.
La señora le puso un par al
niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los
dio al niño. Le acarició la cabeza y le dijo:
-“¡No hay duda, pequeño amigo, de que te sientes
mas cómodo ahora!".
Cuando ella daba la vuelta
para irse, el niño le agarró la mano, y mirándola con lágrimas en los ojos, le
preguntó:
-“¿Es usted la esposa de Dios?"
Recuerda decir
"Gracias"... Gracias Señor, por recibir este mensaje, porque me
invita a la reflexión, y por darme amigos tan especiales y maravillosos con
quien compartirlo.
¡Ojalá no perdamos nunca la inocencia!
¡Que pases un grandioso
día!
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