miércoles, 11 de julio de 2018

Comunión con Jesús

 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Filipenses 3;8
Nunca olvidaré la vez en que tuve el privilegio de sentarme junto a Billy Graham a cenar. Me sentí honrado, aunque algo nervioso, al no saber qué sería adecuado decir. Pensé que sería interesante empezar la conversación preguntándole qué le había gustado más de sus años de ministerio. Después, con torpeza, empecé a sugerir posibles respuestas. ¿Le había gustado más conocer a presidentes, reyes y reinas? ¿O quizá predicar el evangelio a millones en todo el mundo?
Antes de terminar mis sugerencias, Graham me detuvo. Sin vacilar, me dijo: «Mi comunión con Jesús. Percibir su presencia, aprender de su sabiduría, tener su guía y su dirección… ése ha sido mi mayor gozo». Al instante, me sentí avergonzado y desafiado. Avergonzado porque no estaba seguro de que mi respuesta hubiera sido la misma que la de él, y desafiado porque deseaba que así lo fuera.
Es lo que Pablo tenía en mente al considerar que sus mayores logros no tenían valor en comparación con «la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús» (Filipenses 3:8). Piensa en lo estupenda que sería la vida si Jesús y nuestra comunión con Él fueran nuestro objetivo supremo.
Señor, perdóname por ir en pos de cosas que importan mucho menos que mi comunión contigo. Gracias por enriquecer mi vida con tu presencia y tu poder.
Para permanecer fiel donde Dios te puso, dale el primer lugar a Cristo en tu corazón.

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