viernes, 18 de mayo de 2018

¿Puede alguien perder su salvación como parece enseñar Hebreos 6:4-6?

Hay muchas personas que han enseñado, y de hecho continúan haciéndolo, que el pasaje de Hebreos 6:4-6, muestra claramente que un cristiano puede perder la salvación. Si hacemos una lectura superficial del pasaje en cuestión, parecería que ésta es la interpretación correcta. Pero como ocurre con muchas Escrituras, debemos estar atentos a la “herejía a primera vista”.
Vamos entonces a estudiar este pasaje y ver qué es lo que realmente enseña:
  • Hebreos 6:4-6: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a vituperio.”
Imagen relacionadaEste pasaje plantea la pregunta: “¿Cómo puede ser alguien ‘iluminado’, para después ‘caer’”? Puede parecer que este pasaje está hablando de alguien que pierde la salvación. ¿O verdaderamente este pasaje sí habla de perder la salvación? La clave para responder a esta pregunta es descubrir quiénes son ellos” y de qué “recayeron”.
Para empezar, es importante saber que esta sección de Hebreos trata acerca de apóstatas/herejes; aquellos que de alguna forma, parece ser que abrazaron la verdad, pero que ahora la han abandonado. También es importante saber qué entendieron los creyentes, a los que originalmente se les envió este mensaje, acerca de los “que una vez fueron iluminados”. Cuando leemos hoy día este pasaje, podríamos pensar que estas personas “fueron iluminadas” acerca de la verdad o que fueron regeneradas. Pero, ¿fue ésta la intención original del autor? ¿Y cómo entenderían los lectores este mensaje?
En las Escrituras, “iluminados” no siempre significa “regenerado” o “salvo”. En este versículo se está hablando de personas que estuvieron involucradas fuertemente en una iglesia. Es como si se hubieran unido a una congregación, escuchado el Evangelio y ver al Espíritu trabajando en la vida de los creyentes. Sí, pudieron haber recibido algunas de las bendiciones al formar parte de una comunidad, haber confesado públicamente a Cristo y haber sido bautizados. Pero estas personas en particular, nunca tuvieron un conocimiento real de la salvación de Cristo. Recordemos que en los escritos iniciales del cristianismo, a las personas convertidas y bautizadas se las llamaban “iluminados”.
Otra clave que se debe entender es a quién hace referencia la frase "los que gustaron (probaron) del don celestial”. Como vemos, ellos solo “gustaron”/“probaron” a Cristo, pero no fueron realmente convertidos a la fe en Él.
Una persona puede aprender cosas acerca de Cristo, llegando a admirarlo. Esta persona puede, incluso, disfrutar de una cierta comunión, pero no tener ningún compromiso duradero con Cristo. Mas cuando una persona se arrepiente y tiene fe, se une a Cristo en salvación. Pensemos en la siguiente analogía: no es lo mismo casarse con alguien, que solo salir unas pocas citas con esa persona.
Así es visto con cierta frecuencia, en las personas que han estado en una iglesia durante muchos años, involucradas en muchas cosas, que nunca han faltado a un servicio, y sin embargo, no son salvas. Éstas han sido “iluminadas” al ver a Dios trabajar; pero solo les ha gustado lo que sucede, sin pensar en involucrarse realmente en “eso”. Lo más probable es que hayan participado de la Cena del Señor, como sugiere el pasaje, pero nunca fueron verdaderamente salvos. En otras palabras, ellos "estaban en la iglesia, pero no eran parte de la Iglesia”. Así que, el hecho de ser miembro de una iglesia, ser “iluminados” por la vida de la Iglesia y ver cómo trabaja Dios, no garantiza la salvación. Ser “iluminado”, no necesariamente significa ser “salvo”.
Efesios 1:15-21, usa en el verso 18 la palabra “alumbrando” pero de forma diferente y no significa ser “salvo”.
  • “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20 la cual operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;”
Este pasaje, se está refiriendo a un cristiano, alguien que ya está identificado en la “fe en el Señor Jesús” (verso 15) y Pablo ora para que Dios les dé, “...espíritu de sabiduría y de revelación” (verso 17), y una vez tengan ese espíritu (sabiduría y revelación), sean “alumbrados” (verso 18) con relación a su llamamiento. Una vez más, el término “iluminado” no necesariamente es sinónimo de ser “salvo”.
En ambos casos, la palabra griega para "iluminados" y "alumbrando" es, “fotízo”; la cual se refiere al conocimiento doctrinal. Aunque necesitamos doctrina para la salvación —no podemos tener fe en cualquier cosa, — no necesariamente somos salvos por un entendimiento doctrinal.
Al volver a analizar este pasaje, la palabra griega para “alumbrando” se usa para aquellos que ya son salvos. De igual manera, en el pasaje de Hebreos 6:4-6, la palabra griega para “iluminados” es para aquellos que NO son salvos. La diferencia radica en el pasaje de Efesios 1 donde Pablo se dirige a los que ya son salvos; pero que de todas formas deben ser “alumbrados” en la doctrina.
Con relación a la palabra “participantes” en Hebreos 3:14, ésta, arroja más luz sobre el tema: “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. No es la aceptación rápida de una persona la que la hace “participante”, sino solo aquel que ha participado realmente de Cristo y solo por este hecho, se mantendrá firme. Pero para mantenerse y no caer, uno tiene que ser un genuino creyente.
La pregunta entonces es: “Si los que una vez son los que han ‘gustado/probado de la buena palabra de Dios’, han visto lo que ha estado sucediendo, visto a Dios trabajando y han estado ‘en la iglesia pero no son de la Iglesia’; exactamente, ¿de qué han ‘recaído’ de forma que no puedan ser ‘renovados’ nuevamente ‘para arrepentimiento’?” ¿Y no está esto dando a entender que fueron inicialmente traídos al arrepentimiento?
En su “Institución de la Religión Cristiana”, Juan Calvino, teólogo francés y uno de los padres de la reforma protestante, abordó el problema de la “caída”. Él escribe que, “la experiencia muestra que los reprobados son algunas veces afectados de forma similar a los elegidos”. De hecho, ellos pueden, “sentir verdaderamente la eficacia del Evangelio”, —y no hay razón por la cual el Señor no podría permitir al reprobado— “gustar algo de Su gracia”, o “irradiar sus mentes con algunos destellos de Su luz”. Sin embargo, esto se conoce como una “fe temporal”. Más adelante, Calvino escribe: “No es que ellos perciban verdaderamente el poder de la gracia espiritual y la luz segura de la fe; pues el Señor, para condenarlos mejor y dejarlos sin excusa, inculca en sus mentes tal sentido de Su bondad como pueda ser sentido, pero sin el Espíritu de adopción”. Calvino declara que en esta situación, la persona no salva, se aferra a la “sombra” en vez de aferrarse a la “sustancia”.
Louis Berkhof en su “Teología Sistemática”, también relata “la fe temporal” como distinguida de la “verdadera fe salvífica”. Él escribe que la fe temporal es como si estuviera “basada en la vida emocional y busca el disfrute personal más que la gloria de Dios”. Ésta es la razón por la que no es difícil de entender por qué esta clase de fe falsa es rápidamente perdida, cuando Dios o la iglesia dejan de ser divertidas y/o pierden su atractivo.
A diferencia de la fe salvífica, Berkhof escribe que la fe temporal, “no está enraizada en un corazón regenerado”. Él ubica la fe temporal como en Mateo 13:18-23.

La Parábola del Sembrador. Mateo 13:18-23.

  • “Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: 19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. 22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”
A estas personas en Hebreos, se les dio el suficiente arrepentimiento para convertirse en miembros de la Iglesia visible, la cual está compuesta tanto del trigo como de la paja. Pero no todo aquel que se sienta en un banco ha sido llevado al arrepentimiento y a la fe.
Ésta es la razón por la que ellos se han “caído” de la Iglesia visible; no de la salvación. La salvación es definitiva, ya que el arrepentimiento es un don del Señor. Una vez que Ud. ha sido adoptado en la familia de Dios, no se le permitirá soltarse:
  • Juan 10:27-28: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”
Una vez somos salvos, tenemos la seguridad eterna que es definitiva.
También existe una clase de “caída” que es definitiva. Tenemos que tener en cuenta que ésta no es solo una simple caída, en que la persona solo deja de asistir a la iglesia; sino de alguien que renuncia totalmente a Cristo. Una vez caídos, y poniendo las cosas de Cristo a un lado, simplemente, a ellos nunca se les dará nuevamente algún grado de arrepentimiento. Cualquiera que toma tal decisión, nunca fue miembro de la Iglesia invisible.
Esto no significa que aquellos que se desvían, solo temporalmente, por cualquier razón, no puedan ser restaurados. Aquellos que no han caído totalmente, que no han llevado al total vilipendio al Hijo de Dios, de hecho, pueden ser restaurados, siendo llevados al arrepentimiento. Un pecador que tiene un auténtico arrepentimiento sobre el pecado, muestra que el Espíritu Santo está trabajando en su corazón y no está perdido para siempre. Pero aquellos, que de hecho caen completamente, es imposible que sean restaurados y Dios no permitirá que quienes hayan cometido tal apostasía vengan al arrepentimiento.
En cuanto a “crucificar de nuevo” al Hijo, exponiéndolo a vituperio, es similar a la advertencia dada en Hebreos 10:26-29:
  • “Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, y ofenda al Espíritu de gracia?”
Si alguien deja la Iglesia porque no siente que Jesús es el Cristo o que es el Único Camino, es como si “pisotearan al Hijo de Dios” y consideraran el sacrificio de Cristo “como algo común”. Lo que han hecho aquellos que han caído, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ser “iluminados”, y han ido más allá del punto de arrepentirse por rechazar al Hijo de Dios, es que se han unido, y están al mismo nivel, a aquellos que lo rechazaron y sentenciaron a muerte; de hecho, crucificaron de nuevo para sí al Hijo. Si hubieran estado en la crucifixión, se habrían unido a la multitud que gritaba, “¡Dennos a Barrabas!” O “¡Dennos cualquier otra cosa!” es lo que dicen las personas que abandonan a Cristo.
Aquellos que caen después de experimentar la verdad de Cristo se unen a los líderes religiosos de la época de Cristo, en volverlo a crucificar y para sí mismos, crucificar al Hijo de Dios. Sin embargo, y como dice Hebreos 10:29, el castigo será peor para aquellos que abandonan su confesión.
Al rechazar a Cristo y pensar que debe haber otro camino diferente al camino angosto, que deben existir muchos “caminos” al Cielo o que Dios le da a las personas otra oportunidad después de la muerte, o que eventualmente nadie será condenado sino salvo, se expone a Cristo al “vituperio” porque se le hace un mentiroso, burlándose además de Él al morir una vez y para siempre por el pago total del pecado. En efecto, “avergüenza” al Señor que las personas piensen que es insuficiente el hecho de que Cristo es el único camino y que esto no es lo correcto y que por lo tanto, debe existir otro. Lo que están diciendo estas personas es que Dios tiene que tratar de hacerlo de una forma diferente para hacerlo así de forma correcta. Es también negar que la expiación de Cristo no haya sido suficiente y que deban existir mejores o diferentes formas que esta.
Sin embargo, Cristo no será crucificado nuevamente; sin importar lo que pueda decir el apóstata. Cristo murió una vez y para siempre, y por aquellos que creerían en Él. Él es el único camino al cielo y fuera de Él no hay esperanza, ya que no hay nada ni nadie donde poder encontrar perdón de pecados. Si alguien escoge abandonar a Cristo después de probar Su bondad, no encontrará salvación en ninguna otra persona o lugar, sin importar dónde o cuán difícil sea buscar.
Pero no hay nada que temer para aquellos que son verdaderamente de Él. Y como siempre, esto se debe a que no estamos enfocados en nosotros, sino en Dios. El punto final, “Perseverancia de los Santos”, podría ser vista tal vez como la “Preservación de los Santos”, como si fuera Dios quien nos sostiene y preserva hasta el final y no nosotros: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:27-28). Cristo no es solo el autor, sino que también es el consumador de nuestra fe:
  • Hebreos 12:2: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
No podemos perder nuestra salvación, la cual, desde el principio hasta el fin, está asegurada por Dios.

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