martes, 15 de mayo de 2018

El hombre rico que se engañó a sí mismo

Mateo, hombre emprendedor de mucho poder adquisitivo, con tanto dinero que poseía, quiso vivir apartado de las personas porque tenía un problema: tenía malas relaciones sociales, nadie podía soportar estar cerca de él por su lenguaje vulgar y soez.
Comenzó por querer construir una casa de campo en un lugar aislado pero lleno de una linda flora, plantas ornamentales y un olor... a plantas que despedían un aroma inconfundible a medicina natural.
Resultado de imagen de El hombre rico que se engañó a sí mismoMateo siempre quería hacer valer su “status” y se decía, "yo no me junto con los de abajo”. Frase que era muy conocida en su entorno.
Cuando comenzó a comprar los materiales en aquella ferreteria, se encontró que no había personas de “abajo” que le construyesen su casa, casa que ya la tenía diseñada.
Mateo, al verse sin nadie que le ayudase, salió a buscar de casa en casa, a la persona que le ayudase con el cuidado de los materiales, albañiles y ayudantes, y a un arquitecto que dirigiese la obra.

Pero su visita de casa en casa con los de “abajo”, o sea del nivel inferior como él les solía llamar, había sido completamente fallida. Nadie quería construirle a este hombre rico, pero ¿por qué?
El caso es que días atrás se había reunido la gente y dijeron: no ayudaremos a este hombre rico a construir nada; que dé importancia a las personas si quiere que le trabajen, pero nosotros no haremos ninguna obra para él, pues vamos a enseñarle que los de “abajo” sostienen a los de “arriba”. 
Todos se pusieron de acuerdo que por ninguna paga lo harían, salvo primero la aprobación de Hilario.
En ese momento el presidente del patronato habló así:
Buenas tardes, mis queridos vecinos, conocidos, compañeros, amigos, sean todos bienvenidos. El motivo de esta convocatoria es para tocar algunos puntos de nuestra agenda, tal como ya lo dijeron a mi antecesor que me ha dado la palabra.

A don Mateo, un señor que en la comarca es un hombre grosero con nuestra gente, vamos a enseñarle que los de “abajo”, como él nos llama, son necesarios para los de “arriba”. Sin esos primeros, no existen los segundos, a menos que estos de “arriba“ se transformen en los de abajo que él manifiesta.
Tengo muy claro que necesitamos trabajo, pero nuestro honor prima más que nuestra necesidad, así que si no cambia su actitud, todo su dinero no valdrá para nada. Algunos se comportan así a pesar de que fueron pobres, y aún siguen siendo pobres con esta actitud grosera. Tratan mal a su personal, creen que sus trabajadores son sus esclavos. Pues no, esos tiempos ya se acabaron, ahora necesitamos crear algo mejor en pro de la comunidad, algo que no afecte a nuestros ideales y a nuestra seguridad.
Pero por si hay alguna duda, me gustaría saber si alguien a pesar de lo acontecido, iría a trabajar para este millonario. Un profundo silencio inundó aquel amplio salón y uno levantó la mano.
A ver, dígame compañero, venga aquí, díganos su pensar.
Muchas gracias, mi nombre es Hilario, para servirle a Dios y a ustedes. Si levanté la mano fue porque creo que es muy cierto lo que está planteándose, pero yo no tengo trabajo desde hace semanas y tengo que mantener mi hogar. Solo creo que si este señor que quiere construir nos paga bien, no me importaría que me llame el de “abajo”, pues mientras estoy abajo en la llanura trabajando, al menos mi familia puede estar comiendo.

En ese momento un gran murmullo se empezó a escuchar en la parte de atrás y algunos decían: eso es cierto, si hay paga y buena, no importa que nos insulten.
Hilario, con mucha seguridad en su hablar, continuó: ¿ven ustedes la ignorancia de ese hombre rico? ¿Llamarnos los de abajo, cuando nos necesita para poder estar en una casa de 3 plantas? Es absurdo lo que dice, realmente eso solo está en su pensamiento, ninguno de nosotros somos de abajo, abajo solo está Satanás, y ustedes son personas dignas de su trabajo, y con cada movimiento que hagamos al construir algo para este hombre, estaremos dando un mejor toque a nuestro humilde pueblo. Recuerden que las personas se van más rápido que las edificaciones, así que si este hombre edifica aquí, le dará una mayor plusvalía a nuestra zona. Yo creo que aquí, cómo está escasa la mano de obra para él, es una oportunidad para tener una negociación entre él y nosotros .
No sé, tengan en cuenta que es poco el trabajo que hay de construcción y más por estas zonas, y además estamos hartos de los maltratos de los grandes que no nos dan nada, pero si este ignorante rico nos provee dinero por trabajar en su edificación, entonces trabajemos, que todo quede en el pueblo.
En ese momento alguien atrás gritó: eres un vendido Hilario, ¡vendido!
Un nuevo murmullo, más fuerte, se acaloró.
Hilario, sin perder la calma, dijo: con todo respeto compañero, recuerde que estamos en el mismo nivel económico; necesitamos trabajar para poder comer, y yo sé que nuestra dignidad estará presente siempre y cuando hagamos nuestro mejor trabajo, eso sí, bien remunerado por este hombre.
Veamos lo siguiente, si don Mateo edifica, necesitará personas de la comunidad para su tienda de almacén que quiere construir, para la posada que me dijo ha sido su sueño, así que si nosotros construimos, lo estaremos comprometiendo a hacer todo esto en beneficio de la comunidad. Las edificaciones de este hombre serán seguidas por otros como él y también necesitarán nuestra mano de obra. Recuerden que aquí hemos estado olvidados por mucho tiempo, y gracias al ego tan grande que tiene ese señor, del cual nos beneficiaremos, yo creo que sí podemos decir que sí con una paga acorde a la necesidad de ese trabajo. Seamos sabios compañeros, aprovechemos las locuras de grandeza de otros, hagámosle creer que está en lo cierto y podremos vivir de sus locuras con cordura. Bueno, eso es todo lo que tengo que decir, muchas gracias.

Todos comenzaron a aplaudir y dijeron: ¡tiene razón el compañero!
El encargado del patronato dijo: bueno, me parece un acierto la opinión que Hilario nos ha dejado en claro, y tiene razón, debemos aprovechar la locura del grande para vivir de ellas los pequeños que él piensa.
Algo que es digno de reflexión es que las edificaciones quedan, los dueños se van y además, mientras vivan entre nosotros, nosotros seremos también beneficiados por las locuras de otro.
Bueno, éste era uno de los puntos más importantes y ahora vamos a votar. Salió que sí.
El millonario Mateo comenzó a disponer de los recursos de la comunidad, ya que eran personas de trabajo y responsables.
Con el paso de los meses, Mateo dijo: todo esto está hecho por las personas que yo siempre he dicho que son de abajo, y ahora yo me siento muy por debajo de todo lo que ustedes han hecho. Necesitaré empleados para los locales que tendré.
En la vida muchos caminan engañados pensando sobre sí mismos con un ego muy elevado, con lo cual no fácilmente se dejarán descubrir sus ojos de la venda de ignorancia y egoísmo que los cubre.
Romanos 12:3 dice: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno“.
Si has pensado llegar a lo más alto, trata de sostenerte bien, porque con el vértigo cuanta más altura mayor es la oportunidad de caer, y las caídas vertiginosas no se dejarán esperar, todo para volver a comenzar donde nunca has querido estar jamás.

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