Engrandeced
al Señor conmigo, y exaltemos a una su nombre. Salmo 34:3
A los fanáticos
del deporte les encanta alentar a sus equipos con canciones. Llevando logotipos,
publicando notas en Facebook sobre sus amados equipos o hablando con amigos, no
dejan lugar a la duda de en dónde está su lealtad. Mis gorras, camisetas y conversaciones
sobre mi equipo, revelan que también estoy entre los que hacen esas cosas.
Nuestra lealtad en los deportes puede recordarnos que nuestra lealtad más
genuina y profunda debe ser a nuestro Señor. Pienso en una lealtad declarada
cuando leo el Salmo 34, donde David dirige nuestra atención a Alguien
ilimitadamente más vital que cualquier otra cosa en el mundo. Allí expresa:
«Bendeciré al Señor en todo tiempo» (verso 1), y esto nos lleva a pensar en los
momentos en que vivimos como si Dios no fuera nuestra fuente de verdad, luz y
salvación. Y agrega: «Su alabanza estará de continuo en mi boca» (verso 1), y
pensamos en cuántas veces elogiamos cosas de este mundo más de lo que alabamos
al Señor. Luego, expresa: «En el Señor se gloriará mi alma» (verso 2), y nos damos
cuenta de que nos jactamos de nuestros pequeños logros más que en lo que Cristo
ha hecho por nosotros.No está mal disfrutar de nuestros equipos, intereses y logros, pero nuestra mayor alabanza es para nuestro Señor. «Engrandeced al Señor conmigo, y exaltemos a una su nombre (verso 3).
Señor, que mi foco esté en ti.
La
lealtad es prueba del amor verdadero.
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