Nos agrada pensar en cielos abiertos porque inmediatamente pensamos en bendición, en favor de Dios, y es cierto, cielos abiertos también significa eso. Pero para ver los cielos abiertos hay que pasar ciertas experiencias que son sumamente necesarias; y está en la biblia.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mateo 3:16-17
Jesús no necesitaba el perdón de pecados porque Él jamás pecó, es más, cumplió con todo para que la justicia de Dios se cumpliese. Fue lleno del Espíritu Santo como señal a los que estaban esperando al Mesías. Y así comienza oficialmente el ministerio de Jesucristo. Luego es llevado por el Espíritu al desierto para ser probado, lo cual es algo que indefectiblemente tiene que pasar en la vida del que desea ver los cielos abiertos; va a ser probado en la soledad del desierto para que, venciendo allí, su victoria sea pública. No tienes ninguna autoridad en aquellas áreas en las que eres probado. Y necesitas la unción del Espíritu Santo al pasar por las pruebas; unción que vendrá junto al genuino arrepentimiento y compromiso con el llamado de Dios en nuestras vidas. Ahora somos llamados a lo sobrenatural, y tenemos que sobreponernos a cualquier tipo de confrontación. La unción tiene un propósito, viene para la tarea que debemos realizar.
Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre. Juan 1:51. Jesús sería la escalera entre el cielo y la tierra, no como una experiencia física sino como una percepción espiritual, revelando la verdadera naturaleza de Jesús y el propósito de su venida. La oración se eleva y la respuesta baja por medio de Él. Subimos por la comunión con Dios, y bajamos para trabajar por la salvación de nuestros semejantes. A eso se llama revelación progresiva; Cristo nunca salió sin decir palabra, sin la guía del Espíritu Santo, y por eso tuvo resultados positivos.
Hechos 7:55-58 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, lo apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
A veces es fácil echarles la culpa a los que te apedrean, y pedirle al Señor que te saque de esa situación porque estás allí por su causa pero, qué bueno es fijar los ojos en el cielo y ver cómo se abren trayendo el favor de Dios. Dios es un Dios de propósito.
Seguramente la gente no nos mate por hablarles de Cristo, pero nos van a dar a entender que no quieren oír la verdad y hasta tratarán a menudo de callarnos. No obstante, sigamos honrando a Dios con nuestra conducta y palabras; a pesar de que muchos se pongan en nuestra contra y nuestro mensaje, otros seguirán a Cristo. Recuerda, la muerte de Esteban provocó un profundo impacto en Saulo, quien luego se convirtió en el misionero más grande del mundo. Incluso los que se te opongan ahora pueden más tarde volverse a Cristo. Debemos buscar una experiencia sobrenatural con el Espíritu de Dios que marque de tal manera nuestras vidas, que haga que olvidemos nuestras metas y nos aboquemos a las de Él, para que en los momentos difíciles no tengamos dudas, y que el perfecto amor eche fuera todo temor. ¿Quieres ver cielos abiertos? Hay condiciones…pero Dios siempre está con nosotros.
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