domingo, 21 de enero de 2018

Qué queda en el ojo

¡Cuán innumerables son tus obras, Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; ¡la tierra está llena de tus beneficios! Salmo 104.24
Al colibrí se le conoce también como picaflor, nombre que se le da porque, al verlo, parece estar picando las flores. En inglés se le llama «pájaro que zumba», y en portugués, «besa flor». Otro nombre que se le da es "biulu", «que queda en el ojo». En otras palabras, una vez que veas un picaflor, nunca lo olvidarás.
G. K. Chesterton escribió: «El mundo nunca perecerá por falta de maravillas, sino por faltar en maravillarse». El colibrí es una de esas maravillas. ¿Qué tienen de fascinantes estas pequeñas criaturas? Tal vez sea su tamaño (un promedio de 2,5 a 5 cm) o la velocidad de su aleteo, que puede oscilar entre 50 y 200 veces por segundo.
No sabemos con seguridad quién escribió el Salmo 104, pero el salmista estaba indudablemente cautivado por la belleza de la naturaleza. Después de describir muchas maravillas de la creación, declara: «Alégrese el Señor en sus obras» (verso 31). Y, luego, ora: «Dulce será mi meditación en él» (verso 34).

La naturaleza está inundada de cosas que quedan en la retina del ojo por su belleza y perfección. ¿Cómo podemos meditar en ellas y agradar a Dios? Podemos observar, regocijarnos y dar gracias a Dios mientras contemplamos sus obras y maravillas.
Dios, ayúdame a reflexionar en las maravillas de tu creación.
El asombro ante las maravillas de Dios lleva a la gratitud.

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