Joven
fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni su descendencia que
mendigue pan. Salmo 37; 25
John F. Burns
pasó 40 años cubriendo acontecimientos mundiales para el New York Times. En un
artículo que escribió después de jubilarse, recordó las palabras de un amigo
periodista que estaba muriendo de cáncer: «Nunca olvides que no se trata de cuán
lejos viajaste, sino de lo que trajiste a tu regreso».

«No te impacientes a causa de los malignos ni tengas envidia de los que hacen iniquidad, porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán» (versos 1-2).
«Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Señor sostiene su mano» (versos 23-24).
«Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan» (verso 25).
De nuestra experiencia en la vida, ¿qué nos ha enseñado Dios? ¿Cómo hemos experimentado su fidelidad y amor? ¿De qué maneras el amor del Señor ha formado nuestras vidas?
Lo importante no es lo lejos que llegamos, sino lo que traemos de nuestro viaje.
Señor, gracias por caminar conmigo por la vida.
A
medida que los años se suman, la fidelidad de Dios se multiplica.
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