viernes, 10 de marzo de 2017

Amar a la perfección

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. 1 Corintios 13:4-8
La voz le temblaba al hablar por los problemas que tenía con su hija. Preocupada por las amistades problemáticas de esta adolescente, la mamá le había confiscado el teléfono móvil y la acompañaba a todas partes. La relación parecía ir de mal en peor.
Cuando hablé con la muchacha, descubrí que amaba  profundamente a su madre, pero que el amor asfixiante de la mamá la sofocaba. Anhelaba ser libre.
Al ser imperfectos, todos luchamos en nuestras relaciones interpersonales. Ya seamos padres o hijos, solteros o casados, nos cuesta expresar el amor hacia los demás de manera adecuada, y decir y hacer lo correcto en el momento apropiado. Pero debemos saber que el amor va madurando durante toda la vida.
En 1 Corintios 13, el apóstol Pablo describe el amor perfecto. Sus estándares suenan maravillosos, pero ponerlos en práctica puede resultar desalentador. Gracias a Dios, tenemos a Jesús como ejemplo. Al interactuar con personas con diversas necesidades y circunstancias, nos demostró cómo es el amor perfecto puesto en acción. A medida que caminemos con Él, permanezcamos en su amor y llenemos nuestra mente con su Palabra, pues así lo reflejaremos cada vez más. Seguiremos cometiendo errores, pero Dios puede resolverlos y sacar algo bueno de cada situación, ya que su amor «todo lo soporta» y «nunca deja de ser».
Señor, ayúdame a seguir tu ejemplo de amor.
Para mostrar su amor, Jesús murió por nosotros; para mostrar nuestro amor, nosotros vivimos para Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario