sábado, 19 de agosto de 2017

Bajo sus alas

Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y protección es su verdad. Salmo 91:4
Cuando pienso en la protección no suelo pensar en las plumas de un ave, pues aunque éstas pueden parecer una forma frágil de protección, las apariencias engañan.
Las plumas de las aves son un ejemplo maravilloso del diseño de Dios. Tienen una parte suave y una esponjosa. La parte suave tiene puntas rígidas con pequeños ganchos que se entrelazan como los dientes de un cierre. La parte esponjosa le da calor al ave. Juntas, ambas partes protegen al pájaro del viento y la lluvia. Sin embargo, como los pichones están cubiertos de una pelusa y sus plumas no se han desarrollado del todo, la madre tiene que cubrirlos con sus propias plumas para protegerlos del viento y la lluvia.

La imagen de Dios que nos cubre «con sus plumas» en el Salmo 91:4 y en otros pasajes (Salmo 17:8) nos proporciona consuelo y protección. Nos viene a la mente una madre pájaro que cubre a sus pequeños con sus plumas. Al igual que un padre cuyos brazos son un refugio seguro de una tormenta o una herida, la presencia reconfortante de Dios proporciona seguridad y protección de las tormentas emocionales de la vida.

Aunque atravesemos problemas y angustias, podemos enfrentarlos sin temor, siempre y cuando miremos a Dios. Él es nuestro «refugio» (91:2, 4, 9 LBLA).  LW

Padre, gracias por ser más grande que cualquiera de mis temores.
Cuando el temor borra la esperanza, Dios es nuestro refugio siempre presente.

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