viernes, 21 de julio de 2017

Los que esperan a Jehová

Isaías 40:31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
"Levantarán las alas". Más bien: “Echarán nuevo plumaje como águilas”; lo mismo que "se renovarán a sí mismos". La cláusula paralela “tendrán nuevas fuerzas” confirma este sentido. Se creía que el águila cambiaba su plumaje en la vejez, y con ello renovaba su fuerza. Sin embargo, la “Versión Reina-Valera está respaldada por gradación descendente: levantarán, correrán, caminarán. El hijo de Dios que en todas las situaciones ora y espera “es fuerte en el Señor”.
Isaías describe el poder de Dios para crear, su provisión y su presencia para ayudar. Dios es omnipotente y todopoderoso, pero aun así, cuida de cada uno de nosotros de forma personal. Ninguna persona ni cosa puede compararse a Dios (Isaías 40.25). Definimos a Dios lo mejor que podemos con nuestro conocimiento y lenguaje escasos, pero solo limitamos nuestro entendimiento de Él y su poder cuando lo comparamos con lo que experimentamos en la tierra. ¿Cuál es su concepto de Dios, y sobre todo, cómo se reveló en su Hijo, Jesucristo? No limite la obra de Dios en su vida al subestimarlo.
Aun la gente más fuerte tiene momentos en que se cansa, pero el poder y la fuerza de Dios nunca disminuyen. Nunca está demasiado cansado ni ocupado para ayudarnos o escucharnos. Su fuerza es nuestra fuente de fortaleza. Cuando sienta que todo en la vida lo aplasta y no pueda dar un paso más, recuerde que puede clamar a Dios para que renueve su fuerza.
Esperar en Jehová es saber que su fuerza prometida nos ayuda a levantarnos por encima de las confusiones y dificultades de la vida. Significa también confiar en Dios. Esto nos ayuda a estar preparados para cuando Él nos hable. Entonces seremos pacientes cuando nos pida que esperemos el cumplimiento de las promesas que se encuentran en su Palabra.
Esperar consume, esperar irrita, esperar desgasta, esperar desespera, esperar angustia nuestra vida. Pero, esperando es la manera en que Dios nos dará sus promesas. Personalmente, en esa etapa de mi vida esperé nuevas fuerzas; en esos momentos me sentía frágil, y parecía que la fortaleza que Dios había prometido no llegaría a mi vida. En esos momentos, que eran además, el comienzo del ministerio en otro país como misionero y becario, mi fortaleza había sido mermada. Aquello que me impulsaba ya no lo tenía conmigo. Pero fue en ese momento cuando encontré mi verdadera fortaleza pues no sabía que era capaz. Decidí esperar en Él de manera activa.
En la etapa que me sentía más débil físicamente, Él me permitió aceptar nuevos retos; en mi debilidad fue cuando más prediqué y escribí devocionales; todos los días me agradecían por la palabra enviada, y daba gracias a Dios por cada una de estas notas que recibía. Creé mi página web, y comencé a predicar en iglesias que jamás me imaginé. Fue cuando más planifique mis clases, para entregar lo mejor de mí a los estudiantes de los seminarios donde enseñaba. Si hubiera esperado de manera pasiva hasta que Dios me bendijera con más fortaleza física para avanzar, tal vez no hubiera obtenido los mismos logros. Pues hubiera confiado en mí y no en la verdadera fortaleza, mi Dios. Al poco tiempo, Dios depositó en mí abundante fortaleza física. Fuerza con la que siento que puedo volar, que corro y no me canso, que camino y no me fatigo. Pero para recibirle tuve que esperar y hacer primeramente de Dios mi fortaleza.
CONCLUSIÓN
Si esperas en Dios el jamás te defraudará. Si confías en Él, Él lo hará (Salmos 37:5). Sin importar que situación estés pasando, sin importar que la fuerza escasea en tu vida, avanza y has de Dios tu fortaleza. Pues en el camino de la fe se avanza y luego se ve el camino.
David nos llama a deleitarnos en el Señor y a entregarle todo lo que tenemos y hacemos (“tu camino”). Pero, ¿cómo hacemos esto? Deléitate significa experimentar gran placer y gozarse en la presencia de alguien. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle mejor. El conocimiento de su gran amor por nosotros nos dará deleite.
Encomienda significa confiarle todo al Señor: vida, familia, trabajo y posesiones, para su control y dirección. Encomendarnos al Señor significa confiar y creer que El cuidará de nosotros mejor de lo que nosotros pudiéramos hacerlo. Deberíamos estar dispuestos a esperar con paciencia, para que El haga lo que es mejor para nosotros.
Recuerda que cuando eres más débil es cuando eres más fuerte (2 Corintios 12:10), pues ahí Dios es tu fortaleza. Espera en Dios por nuevas fuerzas y seguramente les recibirás. Pero espera de una manera activa, avanzando y confiando en Dios.
Cuando nuestras habilidades son sobresalientes o nuestros recursos son considerables, somos tentados a realizar la obra de Dios a nuestra manera, y eso conduce al orgullo. Cuando estamos conscientes de nuestra debilidad y permitimos que Dios nos llene con su poder, entonces llegamos a ser mucho más fuertes de lo que pudimos haber sido jamás dependiendo de nosotros mismos. Dios no pretende que nosotros seamos débiles, pasivos o ineptos, la vida provee suficientes impedimentos y problemas sin que los busquemos. Cuando estos obstáculos vienen, debemos depender de Dios. Sólo la labor que se cumple en su poder nos hace efectivos para El y tiene valor perdurable. AMÉN.


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