sábado, 3 de junio de 2017

El viaje de su vida

Me estoy desvaneciendo como una sombra, ¡el viento me arrastra como una langosta! De no comer me tiemblan las rodillas; adelgazo por falta de alimento. ¡Soy el hazmerreír de la gente! ¡Al verme, mueven burlones su cabeza! Ayúdame, Señor y Dios mio; ¡sálvame, por tu amor! Salmo 109: 23-26.
Ben Carpenter, de veintiún años, tenía distrofia muscular, pero podía moverse con un poco de libertad gracias a la silla de ruedas eléctrica que sus padres le habían comprado. Un día, cuando cruzaba por un semáforo, un camión que estaba dando marcha atrás desde la gasolinera chocó contra Ben, pero en lugar de aplastarlo o tirarlo al suelo, los manillares de la parte de atrás de la silla se quedaron encajados en una rejilla del camión.
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El conductor no podía ver a Ben, así que durante los siguientes cinco kilómetros lo arrastró a una velocidad de 80 km/h, llevándolo así al viaje más salvaje de toda su vida. 
Nadie fue capaz de avisar al conductor hasta que un policía lo paró y lo llevó adonde estaba Ben, aún en su silla de ruedas. 
-«Tuve muchísimo miedo, dijo Ben en una entrevista poco después del incidente. Yo no soy una persona religiosa, pero está claro que alguien me estaba cuidando». Ben sobrevivió sin un solo rasguño, y lo único que le pasó a la silla fue que necesitó un par de ruedas nuevas, pues las viejas prácticamente se habían consumido.

A veces la vida nos trata de esa manera. Parece que todo va bien y de pronto, es como si un camión te embistiera y te arrastrara a toda velocidad, y no hay manera de detenerlo, Muchas de las canciones y de los poemas de David que se recogen en el libro de Salmos muestran que él también se sintió así. Algunos Salmos son lamentos de David hacia Dios a causa de sus problemas. Siempre parece como si las cosas nunca se fueran a arreglar, pero Dios siempre está a la vuelta de la esquina, tanto para David como para ti.
A menudo no podernos entender que algunas de las cosas malas que nos suceden serán, con el tiempo, una bendición para nosotros. Lo cual no significa que Dios nos envíe lo malo; significa que, cuando lo malo pasa, Dios puede enviar a sus ángeles para consolarnos, y lo convierte en algo bueno para nosotros. Así que tenlo claro: Dios no va a permitir que seas arrastrado por ese camión llamado vida.

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