domingo, 30 de abril de 2017

La gota que rebosa la copa

En el fondo de la pila de agua de un fregadero, había una copa totalmente ensuciada de merengue. De ella caía sistemáticamente una gota de agua cada ciertos y cortos intervalos de tiempo. La familia se había ausentado de la casa varios días, y las hormigas aprovechaban para disfrutar del manjar de merengue al pie de la copa.
Durante tres días consecutivos estas hormigas no tuvieron que preocuparse por la comida, sino de calcular cuál sería la última gota que rebosara la copa. Sabían que en un momento dado, de la parte superior vendría un diluvio que pronto pondría fin a ese potencial alimenticio del que disfrutaban por varios días.
Resultado de imagen de La gota que rebosa la copaPor otra parte, podían perder la vida cuando el torrente de agua desparramada las arrastrase y se fueran por el desagüe del fregadero. Para evitarlo, de vez en cuando un pequeño grupo de ellas subía para ver el nivel del agua y regresaba con la noticia de que todavía estaban en tiempo de festín.
Así, las hormigas, estuvieron día tras día comiendo, y al mismo tiempo alertas del peligro que se avecinaba y del que estaban totalmente avisadas. Todo marchaba a pedir de boca y tuvieron cuidado de no dormirse para no ser sorprendidas, porque en ello les iba la vida. Pero al fin, el momento llegó. Un grupo de hormigas bajaba muy alarmada del borde de la copa. Tres gotas quedan, decían asustadas. Con solo tres gotas más se derrama el agua.
Un notable grupo de hormigas emprendió sensatamente la retirada y salió del fregadero; pero otro más pequeño continuó comiendo sin hacer caso. Y otro más pequeño aún, se quedó dormido al pie de la copa debido a la borrachera por el exceso de merengue. El primer grupo, el que fue sensato, obediente y vigilante, escapó y salvó la vida. Mientras que el desobediente, el desapercibido y el borracho, allí mismo encontraron la muerte.
El cuento parece gracioso y simple: Unas hormiguitas obedientes ganaron la vida, al tiempo que otras que no fueron así, la perdieron. Aprendamos también nosotros que estamos siendo advertidos por los profetas, y muchos obedecemos y otros no.
Hay un anuncio de vida o muerte que se nos ha transmitido, de generación en generación, a través de la Palabra de Dios: He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. Apocalipsis 3:11-12.
Ahora bien, ¿está usted entre los obedientes, sensatos y vigilantes que retendrán la corona, o está en el otro bando? Aún está a tiempo; pero no espere tanto que caiga la gota que rebose la copa.

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