martes, 25 de abril de 2017

¿De qué manera afectan al cristiano los malentendidos?

La conversación tomó un giro diferente. Nadie lo esperó. Sin embargo, en poco tiempo el diálogo desencadenó un cruce de palabras alteradas. Y luego Raúl se preguntaba “¿Qué produjo ésta situación?” Los días siguientes, el malentendido se dimensionó y, además de que no se hablaban, debió soportar las indirectas de quien se sentía ofendido. 
¿Le ha ocurrido algo así? Sin duda que sí. Todas las personas, de una u otra manera, hemos experimentado situaciones en las que fuimos malinterpretados. La meta es que, con ayuda de pautas bíblicas, aprendamos qué pasos seguir.
I. Los malentendidos tocan a la puerta de toda persona.
1.  Afrontar un malentendido se convierte en una carga dura de sobrellevar.
2. Suele ocurrir que cuando hemos sido víctimas de un malentendido, de nada valen las explicaciones.
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a. En tanto más nos esforcemos por corregir las situaciones, más se agrava el asunto.
b. Conforme se enreda la situación, más dolor experimentamos.
3. Dos pasos del malentendido:
a. Una palabra o actitud que inconscientemente se malinterpreta.
b. Algo que hacemos que nuestro interlocutor interpreta como una ofensa o provocación.
4. Incluso los cristianos somos propensos a interpretar mal a otros creyentes:
a. Los grandes siervos de Dios experimentaron malas interpretaciones.
b. A través de situaciones como los malentendimos, aprendemos del error y crecemos.
II. David, un creyente que sufrió un malentendido
1. David acababa de matar a Goliat (1 Samuel 17) y enfrentó un malentendido con el rey Saúl:
a. El rey era muy inseguro.
b. El temor de perder el protagonismo despertaba celos, temor y resentimiento en el rey Saúl.
2. Un incidente en apariencia intrascendente, un malentendido, cambio la vida de David (1 Samuel 18).
a. El recibimiento apoteósico del pueblo inicialmente era para el rey Saúl (versículo 6)
b. La alegría se tornó en amargura cuando resaltaron la hazaña de David (versículo 7)
c. El cántico despertó los celos del rey Saúl (versículo 8a)
d. El desagrado del rey Saúl lo proyectó hacia David pensando que solo faltaba que le dieran el reino (versículo 8 b)
e. En adelante el rey Saúl experimentó un cambio radical hacia David (versículo 9)
3. Sin proponérnoslo puede ocurrir que nos veamos inmersos en un malentendido. David no pretendía ni la gloria ni el reino.
III. En medio del malentendido, experimentamos ataques y desánimo (Salmo 140)
El rey David escribió el Salmo 140 cuando enfrentaba las consecuencias del malentendido.
1. Como consecuencia de los ataques, David enfrentó:
a. Asechanzas (versículo 2)
b. Provocación, contiendas (versículo 2)
c. Críticas, calumnias (versículo 3)
d. Trampas (versículo 5)
2. David se refugió en el poder de Dios:
a. Pidió que lo liberara de los malvados (versículo 1)
b. Pidió que lo liberara de sus asechanzas (versículo 4)
c. Elevó una oración con perseverancia delante de Dios (versículos 6, 8-11)
d. Depositó su plena confianza en Dios (versículos 13, 14)
3. Los malentendidos y sus consecuencias tienen su propia dinámica:
a. Vulnerabilidad de quien resulta mal interpretado. Nos toma desprevenidos.
b. La exageración de quien mal interpreta. Dimensiona el asunto y todo lo interpreta a través de un cristal de negativismo. Imagina que le están vulnerando.
c. Los ataques progresivos: primero leves pero después viscerales de quien mal interpreta. Conforme pasa el tiempo, empeoran las cosas.
4. No podemos olvidar que Dios es quien pelea nuestras batallas (Éxodo 14:14)
a. Quien se hace daño con la amargura es quien malinterpreta a su prójimo.
b. Los malentendidos nos permiten crecer porque nos acercan a Dios y permiten que lo describamos como Salvador.
Conclusión:
Los malentendidos llamarán, sin duda, a nuestra puerta. Un gesto, una palabra, una acción. A esto se suma la predisposición que asiste a ciertas personas para exagerar los problemas. El centro del asunto está en ¿cómo manejar un malentendido? No podemos permitir que robe nuestra paz; tampoco que no hagamos el más mínimo esfuerzo para resolver la situación. En esas circunstancias el único que nos puede ayudar es nuestro amado Señor y Dios. Recuerde siempre que Él es quien pelea nuestras batallas.

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