jueves, 23 de marzo de 2017

Todos los días de tu vida

«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da» (Éxodo 20: 12).
«Honra a tu padre y a tu madre”, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra» (Efesios 6: 2-3).

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Nunca había entendido lo que significaba el quinto mandamiento hasta que llegaron mis años dorados y estuve del lado receptor del mandato. Ahora aprecio más que nunca que Dios pida a los hijos que honren a sus padres, incluso cuando somos ancianos, en lugar de dejarnos a un lado acumulando polvo, especialmente los que somos propensos a desarrollar demencia senil. Dios nunca tuvo la intención de que los padres estén solos en su vejez, sino que disfruten con sus hijos el mayor tiempo posible.
¿Qué significa honrar a nuestros padres? Significa cultivar un espíritu de gratitud hacia ellos, porque nuestros padres han hecho mucho más por nosotros de lo que imaginamos. Han hecho sacrificios que solo entendemos parcialmente. El quinto mandamiento está vigente para los niños y los jóvenes, para los adultos y los ancianos. No hay etapa en la vida en que los hijos estén excusados de honrar a sus padres. Esta solemne obligación rige para cada hijo e hija, y es una de las condiciones impuestas para que su vida se prolongue en la tierra que el Señor da a los fieles. 
EI quinto mandamiento no solo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los amen y sean tiernos con ellos, que los alivien con sus cuidados, que protejan su reputación, y que los ayuden y consuelen en su vejez.
Independientemente de la edad que tengan los padres, los hijos pueden hacer que sus últimos días de vida sean más plácidos mediante la bondad, el amor y su entrega. Este es el plan de Dios. El mismo Jesús mostró compasión y entrega hacia su anciana madre, incluso mientras colgaba de la cruz: «Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: “Mujer, he ahí tu hijo». Después dijo al discípulo: “He ahí tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Juan 19: 26-27).
Honrar a nuestros padres es una obligación sagrada y un privilegio durante todos los días de nuestras vidas.

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