«Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad». Filipenses 2: 13, NVI
El redentor del mundo acepta a los seres humanos tal como son, con todas sus necesidades, imperfecciones y debilidades, y no solamente los limpiará de pecado y les concederá redención por su sangre, sino que satisfará el anhelo de todos los que consientan en llevar su yugo y su carga. Es su designio dar paz y descanso a quienes acudan a Él en busca del pan de vida. Solo nos pide que cumplamos los deberes que guiarán nuestros pasos a las alturas de una dicha inefable, que los desobedientes jamás podrán alcanzar. Para disfrutar de una vida abundante y dichosa «el secreto es: Cristo vive en ustedes. Eso les da la seguridad de que participarán de su gloria» (Colosenses 1: 27, NTV).

La intención de ser bondadoso y santo es loable, pero si no pasas de ahí de nada te servirá. Muchos, esperando y deseando ser cristianos, se perderán. No llegan al punto de someter su voluntad a Dios. Nunca toman la decisión de ser cristianos.
Por medio del debido ejercicio de la voluntad puede obrarse un cambio completo en tu vida. Al entregar tu voluntad a Cristo, te unes con el poder que «es la cabeza de todo principado y potestad» (Colosenses 2: 10) y recibirás poder de lo alto para permanecer firme. Si te entregas a Dios todos los días, estarás capacitado para vivir una vida nueva, la vida de la fe.
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