miércoles, 29 de marzo de 2017

El poder de la voluntad

«Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad». Filipenses 2: 13, NVI

El redentor del mundo acepta a los seres humanos tal como son, con todas sus necesidades, imperfecciones y debilidades, y no solamente los limpiará de pecado y les concederá redención por su sangre, sino que satisfará el anhelo de todos los que consientan en llevar su yugo y su carga. Es su designio dar paz y descanso a quienes acudan a Él en busca del pan de vida. Solo nos pide que cumplamos los deberes que guiarán nuestros pasos a las alturas de una dicha inefable, que los desobedientes jamás podrán alcanzar. Para disfrutar de una vida abundante y dichosa «el secreto es: Cristo vive en ustedes. Eso les da la seguridad de que participarán de su gloria» (Colosenses 1: 27, NTV).
Resultado de imagen de El poder de la voluntad entreegada a DiosMuchos se preguntan: ¿Cómo me entregaré a Dios? Tú deseas hacer su voluntad, pero eres moralmente débil, esclavo de la duda y dominado por los hábitos de tu vida pecaminosa. Las promesas y resoluciones que haces son tan frágiles como telarañas. No puedes gobernar tus pensamientos, impulsos y afectos, y el recuerdo de tus promesas no cumplidas y de tus votos quebrantados debilita la confianza que tenías en tu propia sinceridad, y te induce a sentir que Dios no puede aceptarte; pero no tienes por qué desesperarte. Lo que necesitas es tomar conciencia del verdadero poder de la voluntad. Este es el poder gobernante en la naturaleza del ser humano, o sea, la facultad de decidir o elegir. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios nos dio a los seres humanos la capacidad de elegir; así que nos toca ejercerla. Tú no puedes cambiar tu corazón, ni entregar por ti mismo tus afectos a Dios, pero sí puedes elegir servirle. Puedes entregarle tu voluntad para que Él produzca en ti tanto «el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2: 13). De ese modo tu naturaleza estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, tus afectos se concentrarán en Él y tus pensamientos se pondrán en armonía con los suyos.
La intención de ser bondadoso y santo es loable, pero si no pasas de ahí de nada te servirá. Muchos, esperando y deseando ser cristianos, se perderán. No llegan al punto de someter su voluntad a Dios. Nunca toman la decisión de ser cristianos.
Por medio del debido ejercicio de la voluntad puede obrarse un cambio completo en tu vida. Al entregar tu voluntad a Cristo, te unes con el poder que «es la cabeza de todo principado y potestad» (Colosenses 2: 10) y recibirás poder de lo alto para permanecer firme. Si te entregas a Dios todos los días, estarás capacitado para vivir una vida nueva, la vida de la fe.

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