Mas él
conoce mi camino; me probará, y saldré como oro. Job 23;10
En una entrevista, la cantautora Meredith Andrews
contó cómo se había sentido abrumada al intentar coordinar sus compromisos, con su
labor creativa, con su matrimonio y la maternidad. Reflexionando en su estrés,
declaró: «Sentí como si Dios me estuviera llevando por una etapa de purificación,
casi por un proceso de trituración».
Job estaba abrumado después de perder su ganado, su
salud y sus hijos. Y lo peor era que, aunque adoraba a Dios, sentía que el Señor lo ignoraba. Ante la aparente ausencia de Dios en el
panorama de su vida, Job clamaba que no podía verlo ni en el oriente ni el
occidente, ni en el norte ni en el sur (Job 23:2-9).
Sin embargo, en medio de su desesperación, su fe recobró vida, como una vela en un cuarto oscuro, y declaró: «Dios conoce mi camino; me probará, y saldré como oro» (verso 10).
Sin embargo, en medio de su desesperación, su fe recobró vida, como una vela en un cuarto oscuro, y declaró: «Dios conoce mi camino; me probará, y saldré como oro» (verso 10).
Los creyentes somos probados y purificados cuando
Dios utiliza las dificultades para quitar nuestra autosuficiencia, orgullo y
sabiduría terrenal. Aunque parezca que el Señor permanece en silencio durante
este proceso y que no contesta nuestros ruegos, quizá esté dándonos una
oportunidad de fortalecer nuestra fe.
El dolor y los problemas pueden producir un carácter
firme y radiante que es consecuencia de confiar en Dios cuando la vida es difícil.
Señor,
cumple tu propósito en mí.
Los tiempos de prueba de la fe pueden ser momentos fortalecedores.
Los tiempos de prueba de la fe pueden ser momentos fortalecedores.
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