domingo, 26 de febrero de 2017

Gracia total

 Ella dijo:
—Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo:
—Ni yo te condeno; vete y no peques más. (Juan 8:11).
La enseñanza de Jesús sobre el ideal absoluto y la gracia total parece contradictoria.
Veamos: Jesús nunca rebajó el ideal de la perfección. Al joven rico, le dijo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mateo 5:48). Y a un experto en la ley, que le preguntó sobre el mandamiento más importante, le explicó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mateo 22:37). Nadie ha cumplido perfectamente estos mandamientos.
Sin embargo, el mismo Jesús ofrece tiernamente la gracia total. Perdonó a una adúltera, a un ladrón en la cruz, a un discípulo que negó conocerlo y a un hombre llamado Saulo que perseguía a los cristianos. La gracia es absoluta y para todos, alcanza incluso a aquellos que clavaron a Jesús en la cruz. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» rogó el Señor mientras agonizaba (Lucas 23:34).
Durante años, me sentía tan indigno al considerar los ideales absolutos de Jesús, que no captaba bien la idea de la gracia. Sin embargo, cuando entendí esta dualidad en el mensaje, descubrí que el concepto de la gracia viene a través de la vida y las enseñanzas de Cristo.
La gracia es para todos los que no pueden seguir adelante por sí solos. La gracia es para todos.
Señor, tu gracia me asombra. Quiero disfrutarla.
Jesús cumplió los requisitos perfectos de la ley para que podamos disfrutar de la paz perfecta de su gracia.

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