martes, 28 de febrero de 2017

Dar vueltas en círculo

“La gente gritó y las trompetas sonaron. Al oír los israelitas el sonido de las trompetas, comenzaron a gritar a voz en cuello, y la muralla de la ciudad se vino abajo. Entonces avanzaron directamente contra la ciudad, y la tomaron” (Josué 6:20).

Debían haber parecido unos locos. Marchando alrededor de una ciudad fortificada..., como niños desfilando con sus juguetes, soplando pequeños cuernos de carnero. ¡Ésa no es manera de luchar! Los habitantes de Jericó debían haberlos visto sacudiendo la cabeza de confusión. Ex-esclavos locos… Habían oído hablar de aquella gente, pero qué espectáculo tan decepcionante les parecía aquello.
Hombres armados caminaban delante y detrás de los sacerdotes, pero no parecían una amenaza, y nadie decía nada. Los sacerdotes caminaban con trompetas en lugar de espadas y cargaban sobre unas barras una caja de oro coronada con dos ángeles; el “arca”, la llamaban. Los habitantes de Jericó se habían asustado al saber que Israel había cruzado el Jordán en seco, pero ¿una marcha silenciosa del ejército?, ¿podrían los israelitas vencer a una ciudad grande y fortificada como Jericó? Pues sí, lo hicieron.
Resultado de imagen de Dar vueltas en círculo en JericóDurante seis días, una vez al día, caminaron alrededor de Jericó. Sus pies retumbaban en el suelo y las trompetas sonaban de vez en cuando. Pero el séptimo día, caminaron alrededor de la ciudad siete veces. Luego, hubo un toque ensordecedor de trompetas, un rugido de voces, y los altos y anchos muros se derrumbaron. Enorme fue la conmoción y el terror de los habitantes de la ciudad.
¿Tuvieron tiempo para comprender cómo pasó? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que Israel seguía las indicaciones de Dios. Puede que parecieran necios, pero marchar alrededor de la ciudad y gritar resultó mucho mejor que una sangrienta batalla.
Admitimos que hacer las cosas como Dios dice, a menudo parece una locura. Tenemos miedo de parecer tontos si hacemos exactamente lo que Él nos dice, pero Dios sabe lo que está haciendo.
La manera en la que nos pide que vivamos es mejor que la nuestra. Obedecer sus Mandamientos nos conduce a una vida más fácil; a no ir a la cárcel por ningún delito, a no engañar a tu pareja, a no enojarte con tus padres, a descansar un día cada semana… Sencillamente, una forma mejor de vivir. Si estás indeciso entre hacer las cosas a la manera de Dios o a la tuya, acuérdate de Jericó.

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