lunes, 23 de enero de 2017

La Mano De Dios En La Historia

Él muda los tiempos y las edades, quita reyes y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. Daniel 2:21
La biblia es la historia más antigua y extensa puesta a nuestra disposición. Surgió de la fuente de la verdad eterna, y una mano divina ha preservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el lejano pasado en el cual en vano trata de penetrar la investigación humana. Solamente en la Palabra de Dios contemplamos el poder que fundó la tierra y extendió los cielos. Solo en ella hallamos el relato auténtico del origen de las naciones. Únicamente en ella se presenta la historia de la humanidad libre de prejuicios y del orgullo humanos.
Resultado de imagen de La Mano De Dios En La HistoriaDesde los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, y el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas humanas. Los acontecimientos parecen ser determinados, en gran parte, por el poder, la ambición o el capricho humano. Sin embargo, en la Palabra de Dios se descorre el velo, y podemos advertir detrás, encima y entre la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los seres humanos, los agentes propios del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los designios según su divina voluntad.
La Biblia revela la verdadera filosofía de la historia. En las palabras llenas de belleza inmaculada y ternura que el apóstol Pablo dirigió a los filósofos de Atenas, se expone el propósito que tenía Dios al crear y distribuir los pueblos y las naciones. Él «de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación, para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros» (Hechos 17: 26,27). El Señor declara que cualquiera que lo desee puede «entrar en los vínculos del pacto» (Ezequiel 20:37). Al crear la tierra, su propósito era que fuese habitada por seres cuya existencia fuera una bendición para sí mismos y para los demás, y que honraran a su Creador. Todos los que quieran pueden identificarse con este propósito. De ellos se dirá: «Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará» (Isaías 43: 21).
El Señor ha revelado en su ley los principios básicos de la verdadera prosperidad, tanto de las naciones como de los individuos. "Porque ésta es su sabiduría y su inteligencia", declaró Moisés a los israelitas, refiriéndose a la ley de Dios. «Porque no es algo que ustedes puedan tomar a la ligera; esta ley es vida para ustedes» (Deuteronomio 4:6,). Las bendiciones prometidas a Israel, se ofrecen, en las mismas condiciones y en igual magnitud, a toda nación y a todo individuo que existe bajo el cielo.


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