Justo antes de la batalla de Trafalgar, Lord Nelson, el brillante héroe británico, se percató de que un almirante y un capitán de la flota estaban peleando. Citó a ambos a su presencia, tomó sus manos, las puso una sobre la otra, y mirándolos fijamente les dijo: “El enemigo está por allá”.
Los dos oficiales ingleses no habían reconocido al enemigo real, perdiendo un precioso tiempo peleando entre ellos. El reconocimiento del enemigo que hace el apóstol Pablo es francamente espectacular, estableciendo en primerísimo lugar, que el hombre no es el enemigo, sino otro. En muchas ocasiones, los hijos y las hijas de Dios malgastan su tiempo enfrentándose unos a otros en diversas manifestaciones. Esto no agrada a Dios Creador. Cristo Jesús lo dijo de esta manera:
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros. Juan 13:35.
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