martes, 17 de enero de 2017

El Plato de Comida

Dios Creador se preocupó de cada detalle para hacer placentera la vida. No solo proporcionó a los hombres todo lo necesario para vivir sobre la faz de la tierra, que Él mismo había creado, sino que también les dio las cosas necesarias para que tuvieran un mejor estilo de vida.
Lamentablemente, el ser humano no ha sido disciplinado en el uso de lo que Dios le dio, cayendo en excesos que generalmente lo enferman.
En una casa se festejaba el aniversario matrimonial de una pareja muy amada por sus hijos. Éstos decidieron obsequiar a sus padres preparándoles un buen almuerzo, rico en carnes, ensaladas surtidas, y diversas exquisiteces extras. Como los festejados tenían ya su edad, incluso el primer bisnieto ya venía en camino, estaban acostumbrados a servirse un plato de sopa antes que cualquier otra cosa, y los hijos, conocedores de la preferencia de sus padres, encargaron a una de sus hermanas que la preparara, la cual puso mucha diligencia en su preparación. Con satisfacción llevó el plato para que sus papás la disfrutaran. El gesto que hicieron cuando se sirvieron la primera cucharada fue notorio para todos, pues la hija había olvidado echar sal a la sopa.
La Palabra de Dios, la Sagrada Biblia, dice en Lucas 14:34, “Buena es la sal, mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?”
Cristo Jesús, afirma que la sal es buena, contrariamente a muchos médicos y terapeutas de hoy que no lo creen así. El asunto principal es el abuso en su consumo. Los hijos y las hijas de Dios deben ser buenos sazonadores en el mundo. Son los que le dan sabor a la vida con su alegría, con sus buenas costumbres, con el ejemplo, a un mundo que se pudre. La sal significa llevar un buen estilo de vida; un estilo que permita a los no creyentes desear lo mismo. Deben incluso dominar el lenguaje, Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”, Colosenses 4:6. El creyente no puede permitirse no estar sazonado, ser desabrido, falto de gusto; si no es con sal, ¿cómo podrá influir sobre los demás con el mensaje de salvación? Si no habla con la gracia que otorga la sal, ¿cómo convencerá al que no cree? Las personas no recibirán palabra alguna si no es hablada con sabor. De la misma manera que los festejados no pudieron saborear el plato de sopa por no estar sazonado, así también, los oyentes tampoco podrán disfrutar de un mensaje dado por alguien que no tiene sazón en sí mismo.

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