Christmans relata la siguiente experiencia, vivida en un momento trascendental de su vida, y que sucedió un domingo por la tarde: mientras iba viajando por un camino muy solitario, en medio de la naturaleza que lo rodeaba, se hizo un examen interior y se dio cuenta que estaba siendo dominado por la indiferencia. Se convenció de que su corazón era completamente indiferente a cualquier circunstancia, y al respecto dijo: Amarré mi caballo y me fui a un lugar muy apartado en donde anduve sin rumbo, en agonía, repasando mi vida. Esperé tres horas ante Dios, quebrantado por la tristeza, hasta que percibí la magnanimidad de su amor para perdonar, y recibí de Dios un nuevo bautismo del Espíritu Santo. Cuando el sol se estaba ocultando, volví al camino, encontré mi caballo, monté en él y me fui a la cita. Al siguiente día prediqué con un poder tan renovado a un vasto concurso de personas reunidas a un lado de una colina, que se inició un avivamiento que se extendió por todo Gales.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Marcos 6: 46; Lucas 6: 12; Mateo 6: 6.
Hermosa la experiencia que vivió el Reverendo Evans. Verdaderamente, estando a solas con Dios es cuando se toman las mejores decisiones; ejemplo es Jesús, quien no escatimó oportunidad para estar a solas con su Padre. Al ministro Evans lo estaba dominando la indiferencia, y de este mal no están libres los hijos y las hijas de Dios, que se hace evidente cuando da lo mismo ir a la iglesia o no, orar o no, leer la Biblia o no, en fin, la lista es larga. Es un tema que se debe tratar a solas con Dios, y abrir delante de Él el corazón; quizás se logre rescatar a la persona que tenía la vida de Dios en él o ella; su espacio en la viña todavía está esperando por usted.
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