lunes, 22 de agosto de 2016

Bajo la piedra

Inline image 2Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 2 Corintios 4:6
Cuando era niña y vivía en China, retuve esta comparación de un predicador del Evangelio: "Si dejamos un trozo de madera en un lugar oscuro, todo tipo de insectos irán a esconderse debajo. Pero si lo dejamos a plena luz, los insectos huirán, pues les horroriza la luz. Así ocurre con nuestro corazón: Si Jesús, la Luz del mundo, no habita en él, nuestro corazón está en la oscuridad y esconde toda clase de malos pensamientos. Pero cuando lo recibimos a Él, y a la Luz que nos trae, todos nuestros malos pensamientos se van".

Desde mi infancia siempre he tenido miedo a los insectos. Un día, jugando al croquet en el patio, vi sobre la hierba una piedra blanca y lisa. La levanté con mi mazo y al instante un lagarto grande, un ciempiés y algunos pequeños insectos huyeron velozmente de esta inundación de luz. Entonces, una voz interior me dijo: "Tú eres como esa piedra, lisa y blanca por encima, pero llena de pecados por debajo".
En ese momento comprendí cuán hipócrita era al pretender seguir las tradiciones chinas de amor, justicia y virtud, y tuve la profunda convicción de que era pecadora. Dejé caer mi mazo y me fui a mi habitación… Eché una mirada a mi alrededor para asegurarme de que nadie me estuviera viendo, y luego me arrodillé al lado de mi cama y oré: "Señor Jesús, perdona mi pecado y ayúdame a comprender tu Palabra". Al levantarme, mi corazón latía fuerte y mi cara ardía. ¡Al fin había hallado la paz! 
Jesús dijo:Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

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