A los buenos los pondré a mi derecha, y a los malos a mi izquierda. Entonces yo, el Rey, les diré a los buenos: ¡Mi Padre los ha bendecido! ¡Vengan, participen del Reino que mi Padre preparó desde antes de la creación del mundo! Mateo 25:33-34 (Traducción en Lenguaje Actual).
Tenemos herencia y existe antes de todo lo que está a nuestro alrededor. Dios nada lo ha hecho improvisado; es muy clara esta promesa, SOLO para los buenos: para aquellos que cuando Él tuvo hambre, le dieron de comer; cuando tuvo sed, le dieron de beber, cuando no tenia refugio, le brindaron alojamiento; cuando no tuvo ropa, se la ofrecieron para vestirse; y cuando estuvo enfermo y en la cárcel le fueron a visitar (versos 35-36).
Porque ser bueno no consiste en llamarse "cristiano", en tener la mejor apariencia y en que nos salgan las super- palabras; ¡no!, eso va en nuestra actitud. Sí consiste en la relación que tengamos con Dios y con los demás, porque si no tienes buena comunión con Dios difícilmente la tendrás con el prójimo.
"Y los buenos me preguntarán: Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer? ¿Cuándo tuviste sed y te dimos de beber? ¿Alguna vez tuviste que salir de tu país y te recibimos en nuestra casa, o te vimos sin ropa y te dimos qué ponerte? No recordamos que hayas estado enfermo, o en la cárcel, y que te hayamos visitado.” Mateo 25: 37-39 (Traducción en Lenguaje Actual).
Obviamente, Jesús no se va aparecer como caído del cielo y nos va a pedir ayuda, no hace falta, para eso tenemos a nuestro prójimo. Dios en su palabra nos da un mandamiento muy importante, y es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Quien no lo hace no tiene amor, y simplemente no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Cada vez que se nos presente alguien con una dificultad, ya sea un amigo, vecino, compañero de estudio, de trabajo, o un familiar, tenemos que brindarle la mano, porque lo estamos haciendo como si fuera para el Señor. Pensemos que en algún momento de nuestra vida podemos pasar por esa misma situación, y no solo tiene por qué ser necesidad física y material.
También simboliza ayuda espiritual hablar y apoyar al que esté hambriento de la palabra, al que tiene esa sed y esa necesidad de buscar de Dios. Tenemos que ayudarlo, guiarlo y enseñarle que lo que sabemos y tenemos es gracias a Dios, servir de paño de lágrimas al que se siente triste, turbado, enfermo y atado espiritualmente, no huir ni menospreciar a aquellas personas que están aún sin convertir sino estar pendiente de ellas.
Yo, el Rey, les diré: Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.” Mateo 25:40 (Traducción en Lenguaje Actual).
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