martes, 14 de junio de 2016

La verdadera belleza de la Mujer, según Dios

Al contrario de lo que nos muestran la cultura y los medios de comunicación, la belleza de una mujer no se encuentra en su apariencia externa. En todo momento estamos siendo bombardeadas con publicidad de productos que se supone nos harán más hermosas, ¡como si no lo fuéramos tal cual somos! Cremas para ocultar o eliminar las arrugas, peinados, joyas, prendas de vestir, tintes para teñir el cabello y ocultar el gris de las canas, etc,. Y por si fuera poco, nos recetan máscaras que tapan nuestras caras reales y nos hacen más atractivas.

Pero esto realmente no importa en absoluto. Y no es que sea malo en sí mismo, pero nuestra actitud tras ello sí lo puede ser, ya que la necesidad de vernos más atractivas se puede convertir en algo imperioso u obsesivo. Si este es tu caso, puede ser que no estés conforme con lo que realmente eres. 

El deseo de Dios es que nos preocupemos por nuestro interior, nuestro verdadero ser, el único lugar donde la belleza es real. Tener una cara bonita, una figura perfecta, y todos los atavíos que la acompañan, no significa nada a la luz de la eternidad, solo es reflejo de la cultura en que vivimos, cuando nosotras debemos desafiar a la cultura y a las modas que nos impone el mundo.
Después de tener a mi hija, me di cuenta de los tipos de juguetes que había disponibles para las niñas. Mucho tienen que ver con la belleza y "glamour", y entonces me tuve que preguntar a mí misma qué tipo de mensaje deseaba transmitirle.


Amiga, deja de preocuparte tanto por tu apariencia externa y concéntrate más en lo que llevas dentro. Permite al Espíritu Santo embellecer tu interior. Cuando tengas la belleza de Dios en tu corazón, se reflejará externamente, y no necesitarás cremas y maquillaje para verte hermosa, ya que tendrás la belleza natural de una Princesa de Dios.

"Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
Pero la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada" (Proverbios 31:30)


Señor, permite que tu belleza se refleje en mi interior, esa belleza que emana de una vida santa. No me dejes vivir preocupada por cómo se ve mi exterior, sino más bien por como me veo internamente. Amén.


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