sábado, 24 de diciembre de 2016

Raíces profundas

Muchos años de mi infancia y adolescencia los viví en la ciudad más austral del mundo: Punta Arenas (Chile). Esta maravillosa ciudad se destaca por su geografía y la calidez de las personas que allí viven. Ya hace unos años que partí desde esas tierras pero siempre está la nostalgia por volver.
puntarenas chileHoy mismo conversaba con una compañera de trabajo que es colombiana y que poco tiempo atrás visitó Magallanes, quedando totalmente maravillada de los paisajes y de todo lo que vivió, comió y sintió en ese lugar. Pero una de las cosas que más cautivó su atención era que los árboles no estaban totalmente erguidos, sino que más bien estaban inclinados hacia una misma dirección; esto es debido a las grandes ondas de viento que se producen, y que con más de 100 kms/h de velocidad, no hay peatón que resista sin que deba agarrarse a las iluminarias de la calle para poder transitar. Ese viento ha sido el que ha torcido el tronco de los árboles; sin embargo, sus raíces son tan firmes y profundas que ningún ventarrón lo arranca de cuajo.
Deberíamos ser así en nuestra vida espiritual. No se trata de ir o no a una congregación X o Y, que hay que hacerlo, se trata de tener una relación de raíces tan profundas con Dios que no importe de dónde el viento nos sople, ni la velocidad que tenga, pues nada nos mueve de nuestro lugar, y pese a que nuestro “tronco” se tuerza o encorve, realmente lo que hace es adaptarse a la adversidad y ser flexible. Sería ideal que cuando los desafíos, las pruebas o las adversidades vinieran…pese al estrago que causaran a nuestras ramas y hojas, pudiésemos evidenciar lo poderosas que son nuestras raíces, nuestras convicciones, nuestras creencias y nuestros pactos con Dios. Que no importando en la “postura” que quedáramos, la potencia de nuestras raíces, bien aferradas al suelo, demostrara en quién estamos cimentados, quién es nuestra roca y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
La próxima vez que vientos de más de 100 kms./h. quieran arrebatarnos y movernos de nuestro territorio, recordemos que pese al estrago que esto cause, lo importante es la profundidad de las raíces. Lo trascendental es cultivar una relación profunda con Dios puertas adentro, no puertas afuera; no una relación social con Dios, sino una relación íntima con Él, una relación sin apariencias ni falsas caretas, una relación que nos permita ir enterrando nuestras raíces un milímetro más, un centímetro más, un metro más cada día, día a día y hasta el último suspiro de nuestras vidas.
Si cada uno de nosotros hiciera menos alboroto de su tronco, de sus ramas y de sus frutos, y mostrara con integridad la profundidad de sus raíces no habría nada más que hablar, nada más que discutir ni nada más que demostrar. Las raíces hablan por sí mismas.

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