miércoles, 21 de diciembre de 2016

Nuestra cobertura

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado (Salmo 32:1).
Cuando hablamos de nuestra fe en Jesús, a veces, usamos palabras que no entendemos ni explicamos. Una de ellas es justo. Decimos que Dios administra justicia y que hace justas a las personas, pero éste puede ser un concepto difícil de comprender.
La forma en que el idioma chino representa la palabra justicia es útil. Combina dos caracteres: la palabra de arriba es cordero; y la de abajo es yo. El cordero cubre o está encima de la persona.
Un día, en que Jesús fue a Juan, éste lo llamó «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Necesitamos que se solucione el problema de nuestro pecado porque nos separa de Dios, cuya esencia y caminos son siempre perfectos y rectos. Debido a su gran amor por nosotros, envió a su Hijo Jesús «que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Corintios 5:21). Jesús, el Cordero, se sacrificó y derramó su sangre, y se convirtió en nuestra «cobertura». Él nos hace justos, lo cual nos coloca en una relación correcta con Dios.
Estar bien con Dios es un regalo de su parte. Jesús, el Cordero, es la forma en que Dios nos cubre.
Señor, gracias por morir en la cruz por mí para cubrir y quitar mis pecados, y para que pueda tener una relación contigo.

La única cobertura permanente para el pecado es la sangre de Cristo.



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