Bienaventurado aquel cuya
transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado (Salmo 32:1).
Cuando hablamos de nuestra fe en Jesús, a veces,
usamos palabras que no entendemos ni explicamos. Una de ellas es justo. Decimos
que Dios administra justicia y que hace justas a las personas, pero éste puede
ser un concepto difícil de comprender.
La forma en que el idioma chino representa la
palabra justicia es útil. Combina dos caracteres: la palabra de arriba es
cordero; y la de abajo es yo. El cordero cubre o está encima de la persona.
Un día, en que Jesús fue a Juan, éste lo
llamó «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).
Necesitamos que se solucione el problema de nuestro pecado porque nos separa de
Dios, cuya esencia y caminos son siempre perfectos y rectos. Debido a su gran
amor por nosotros, envió a su Hijo Jesús «que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Corintios
5:21). Jesús, el Cordero, se sacrificó y derramó su sangre, y se convirtió en
nuestra «cobertura». Él nos hace justos, lo cual nos coloca en una relación
correcta con Dios.
Estar bien con Dios es un regalo de su parte. Jesús,
el Cordero, es la forma en que Dios nos cubre.
Señor,
gracias por morir en la cruz por mí para cubrir y quitar mis pecados, y para que pueda
tener una relación contigo.
La única
cobertura permanente para el pecado es la sangre de Cristo.
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