Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. Salmos 92:14
Una vez, encontré un dicho popular sobre la pesca, en
una obra del siglo II a.C. del escritor griego Eliano: «Entre Berea y Tesalónica
corre un río llamado Astreo. Hay en él peces (truchas) de un color moteado».
Luego, describe un «cebo para los peces, que apela a una inteligente
astucia. Cubren el anzuelo con lana purpúrea y encajan en la lana dos plumas (…). Sueltan los pescadores el engaño, y el pez, atraído y excitado por el
color (…), imaginando un prodigioso banquete, abre la boca ampliamente»
(Historia de los animales).
Hoy en día, los pescadores siguen usando este cebo llamado
pluma roja. Descrito por primera vez hace más de 2.200 años, sigue usándose
como un ardid para atrapar truchas.
Cuando leí esa obra, pensé: No todo lo viejo está
pasado de moda; en especial, las personas. Si con una vejez de satisfacción y
alegría mostramos a los demás la plenitud de Dios, seremos útiles hasta el
final. En lugar de enfocarnos en problemas de salud y en el pasado, podemos
disfrutar la paz y el ánimo de haber envejecido con el Señor. «Plantados en la
casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez
fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (Salmo 92:13-14).
Señor,
gracias porque vejez no significa inutilidad.
A medida que los años se van acumulando, la fidelidad de Dios sigue aumentando.
A medida que los años se van acumulando, la fidelidad de Dios sigue aumentando.
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