sábado, 3 de diciembre de 2016

La fe conduce a Dios

No les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Hebreos 4:2

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8
El escritor Pierre Loti declaraba que le hubiera gustado mucho creer en el Evangelio, pero no podía, a pesar de haber sentido la falta de Cristo en su vida.
Expresó sus sentimientos así: «Sin la cruz y la promesa que ilumina al mundo, el hombre permanece en la oscuridad, en el camino de la muerte. ¡Quién se puede imaginar este miedo incesante en sus reflexiones cada noche y cada mañana! Cristo no puede ser reemplazado por otra cosa; pues jamás en los momentos más siniestros de mi juventud pasada, jamás en los tiempos de desaliento extremo, jamás en el dolor de la separación y en el horror de los funerales de mis seres queridos, sentí otra cosa aparte de un gran vacío eterno. Pero si nos encontramos al borde del foso en donde todo se desintegra, en donde sentimos la inmensidad de lo desconocido, más allá de todas las religiones humanas que no pueden satisfacer, la promesa de Cristo es la única realidad. Fuera de esta personalidad todavía radiante de Cristo, todo es terror y oscuridad».
Después de haber dicho todo esto nos preguntamos si el escritor aceptó por la fe esta salvación divina. ¡Qué drama no reconocer en Jesús el único medio para ser salvo, para tener la vida eterna!
A menudo nuestra razón puede llevarnos a callejones sin salida. Solo la fe conduce a Dios, quien nos mostró su amor y su verdad al enviar a su Hijo unigénito,para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

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