sábado, 10 de diciembre de 2016

El camino a la perfección

Resultado de imagen de El camino a la perfección“El camino de los justos es como la luz de un nuevo día: va en aumento hasta brillar en todo su esplendor” (Proverbios 4:18).
Un profesor de cerámica dividió a su clase en dos grupos. Uno sería evaluado exclusivamente por la cantidad de trabajo que fueran capaces de llevar a cabo. Así, la máxima calificación sería hacer cincuenta vasijas de barro. Por su parte, el otro equipo recibiría su calificación únicamente por la calidad del trabajo realizado. Este grupo solo tenía que modelar una vasija pero, eso sí, debía ser perfecta.
El resultado de la prueba fue muy revelador: prácticamente todas las vasijas de mayor nivel fueron hechas por el grupo que sería valorado en función de la cantidad, no de la calidad. Lo que sucedió es que, vasija tras vasija, los componentes del primer grupo iban aprendiendo de los errores cometidos y creciendo como ceramistas sobre la marcha, sin mucha teorización, gracias a lo reveladora de la experiencia. Por su parte, los alumnos del segundo grupo se sentaron a teorizar acerca de la perfección y no se pusieron de acuerdo. Todos estaban preocupados sobre cómo lograr la vasija perfecta, pero en la práctica ninguno de sus argumentos los condujo a conseguirlo.
Hay cosas que no se pueden conseguir a la primera, por mucho que lo intentemos. En la vida cristiana esto también es así. Alcanzar la disposición de querer agradar a Dios con todo lo que hacemos y decimos, mantener siempre la firme intención de dar lo mejor de uno para su honra y su gloria, no se logra de un día para otro. Quizás acertaremos aquí y allá, de vez en cuando, pero hace falta un aprendizaje continuo de la mano del Maestro para llegar a esa tendencia, poco natural, de practicar continuamente el bien.
La lección queda clara: aprender de los errores da mejores resultados que teorizar sobre la perfección.
Nuestra fe tiene un largo camino por delante hasta llegar a obtener la mayor calificación del Padre. Pero así es el camino que finalmente nos llevará a la perfección.
Quien nunca ha cometido errores no puede llegar a ser grande. Hermán Melville

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