jueves, 20 de octubre de 2016

Soy lo que soy por la gracia de Dios

“Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella…”
(Proverbios 31: 10-11 NVI)
Si me remito a los versículos de Proverbios 31, en donde dice “su esposo confía plenamente en ella… sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba…”, creo sin temor a equivocarme, que puedo ser reprobada. Me duelen aquellos instantes en los que llego a pensar que jamás superaré las expectativas. Soy débil y aunque conozco al Dios al que sirvo, le fallo constantemente.
soy lo que soyNo es suficiente con anhelar ser de bendición para otros cuando ni siquiera puedes serlo para tu hogar. ¡Vaya!,...¡diablo cruel y despiadado que hace de las suyas para hacerme resbalar y sentirme menospreciada, desvalorada y poco asertiva! Es un golpe bajo, atacarte a través de los que amas. 
Señor, ¿por qué me hiciste como soy? ¿Por qué me es tan difícil ser esa mujer tierna, amorosa, cariñosa, y de carácter suave y apacible que muchos desean que sea? Me ha traído muchos problemas mi tono fuerte al hablar o mi mirada cuando decido callar. Mi corazón desfallece, pero me anima tu presencia a mi lado, sé que no estoy sola, que me amas a pesar de ser quien soy, que me planeaste y tienes un propósito para mí. Pero me consume el dolor, no puedo ver con claridad... mas sentirte sí puedo, y me infundes nuevas fuerzas…hay esperanza y es inquebrantable.
Quisiera ser más como Jesús, pero a veces me parece imposible. Mi garganta enmudece, las lágrimas que corren por mis mejillas te las entrego como desagravio a mis ofensas, y te pido que tengas piedad y misericordia de esta hija tuya que aun en formación se equivoca, pero que mantiene su mirada puesta en las maravillas que puede lograr a través de ti.
Pero, ¿quién puede reprocharme más que Él? ¿Quién puede juzgarme y salir aprobado? No es el mundo quien tiene el derecho de señalarme y verme desanimada y derrotada, es Él quien posee la autoridad de emitir juicios siendo quien me conoce más profundamente.
No soy más de lo que soy, es el Señor quien conoce las motivaciones de mi corazón. Él sabe que doy mi vida por Él, que no profeso más de lo que Él pone en mi alma que debo profesar. Si resbalo y caigo, vuelvo a levantarme porque es lo que me ha ensenado desde siempre. Soy lo que soy, mujer de carne y hueso con cosas que aún no logro controlar. Sigo mi carrera por agradarle, por hacerle sentir cuánto lo amo aunque me griten que no soy digna. Lejos de la perfección, necesito ser moldeada por mi padre celestial con mucha más fuerza.
Soy lo que soy, hueso de sus huesos y carne de su carne, porque somos uno solo. Él permanece en mí como yo en Él. Soy lo que soy y no pretendo ser más de lo que Él quiera que yo sea, y se merece mi lealtad y todo mi amor.
Sí, no puedo negar mi naturaleza pecaminosa, nací con ella. Me enfado, hago muchas veces lo que no quiero, y permito que el enemigo juegue conmigo y se aproveche de mis debilidades; se ríe en mi cara, pero no estoy dispuesta a perder la guerra, ya que entiendo y creo que es a través de ella como el Señor se perfecciona en mi vida; es la mejor manera que tiene de enseñarme a escuchar atentamente su voz y dejarlo a Él tomar el control de mi existencia.
Algún día podré cantar victoria; ser una mujer diferente que al agradarte a ti, pueda atraer a los demás a tu presencia; mientras tanto, acepto tu disciplina y entrenamiento, y con total humildad te digo mi Dios, que aquí estoy para que hagas de mí lo que Tú quieres que yo sea.
El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.
(Proverbios 27:17 NVI)

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