domingo, 23 de octubre de 2016

La conversión

Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo. Hechos 3:19
La conversión es el acto en el cual el hombre, bajo el impulso del Espíritu Santo, se vuelve por entero a Dios dejando su vida vieja y su pecado, para comenzar a vivir la nueva vida (El nuevo nacimiento).
Resultado de imagen de La conversiónSegún Proverbios 14:12, es el cambiar de dirección; el convertido se aparta del mal camino hacia lo que es bueno y mantiene esa santidad por la cual la venida de Jesús vendrá.
El que se convierte no solo confiesa su pecado sino que se aparta de él. (Proverbios 28:13)
  • Arrepentidos = arrepentimiento
  • Se aparta = conversión
Sepamos cuáles son los beneficios de la conversión:
En Jeremías 18:8 aprendemos sobre la ira de Dios para que sea quitada de Él.
Una vez que te arrepientes de tus pecados, el castigo de Dios te es quitado y eres llenado de misericordia para que puedas ser santificado y honrado por su amor hacia ti.
Jeremías 15:19 nos habla sobre la restitución que Dios tiene para con nosotros, y esto nos lleva a tener más comunión con Él. Así mismo, el convertido se aparta de su mal camino y se humilla, “comienza a perder el orgullo”; Dios le promete escuchar desde los cielos, perdonar sus pecados y sanar su tierra (2 Crónicas 7:14).
El orgullo nos lleva a una vida de negación hacia Dios, y esto nos impide tener la bendición que pueda darnos.
El creernos autosuficientes y pensar que podemos hacer las cosas por nuestra propia cuenta, se llama orgullo y Dios humilla al que se enaltece.
Pero ser convertidos hacia la verdad de Dios es uno de los privilegios más grandes que se nos puede haber regalado, aunque también trae muchas pruebas que solo venceremos en el nombre de Jesús. Es cierto que Él nos escogió mucho antes de la creación del mundo, pero no todos escuchan ese llamado.
Es necesario no solo arrepentirse sino también convertirse a Dios.
Arrepentirnos y convertirnos cierran el ciclo para que nuestros pecados sean perdonados. La conversión hace que vivamos tiempos de refrigerio (Hechos 3:19).
No es fácil tomar la decisión porque Satanás nos llena la mente de mentiras y dudas. Nos hace pensar que si aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, tendremos una vida triste; en pocas palabras, una vida sin color, aburrida y que perderemos a la familia, amigos,... por causa de Cristo.
Pero esa es una “gran mentira” porque no hay lugar más grande, más bello que estar ante los pies de Cristo, y a esto le podemos sumar la promesa de vivir por siempre en su reino preparado para nosotros, y para todos aquellos que le aman y viven en santidad.
Ahora la carga es ligera, porque Cristo murió por ti y por mí para que pudiéramos tener vida; una vida eterna con Él; y eso debe darnos la fortaleza necesaria para continuar la carrera y llegar hacia la meta final y obtener ese gran galardón.
No tardes mi amigo, Cristo te espera con los brazos abiertos.

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