Sobre las naciones que quedaron en Canaán.
El Señor dejó a ciertas naciones en la tierra de Jerusalén para poner a prueba a los israelitas que no habían conocido las guerras de Canaán. Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla. Estas son las naciones: los filisteos (que vivían bajo el dominio de los cinco gobernantes filisteos), todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que vivían en las montañas del Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta Lebo-hamat. El Señor dejó a estos pueblos con el fin de poner a prueba a los israelitas, para ver si obedecían los mandatos que él les había dado a sus antepasados por medio de Moisés. Jueces 3:1-4 (NTV)
Hay cosas y situaciones en nuestra vida que a pesar de ser cristianos y haber experimentado un verdadero cambio, siguen molestándonos. Rogamos a Dios que nos quite esa espina pero no lo hace.
Una y otra vez nos preguntamos por qué eso que tanto daño nos hace no desaparece, ¿por qué Dios no lo quita de nuestro camino si Él tiene todo el poder?
Una y otra vez nos preguntamos por qué eso que tanto daño nos hace no desaparece, ¿por qué Dios no lo quita de nuestro camino si Él tiene todo el poder?
Como el Señor hizo con su amado pueblo cuando estaba en Canaán, dejó naciones a su alrededor que iban a hacerle la guerra constantemente; pero esta aparente mala situación Dios la permitió para que el pueblo ejercitara su fe y desarrollara su fortaleza, pues esa generación no había estado en la guerra, y como le esperaban mayores conquistas debían estar preparados para mayores batallas.
Si estás luchando y discutiendo con Dios porque no quita esa piedra de tu camino, mejor pregúntale como te puedes ejercitar con ella o para qué necesitas desarrollar esa fortaleza.
Nada en tu vida es por casualidad. Dios tiene control absoluto sobre tu vida, tu situación y tu entorno.
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