Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo. Efesios 1:13
"Me crié en una familia cristiana hasta los 18 años, y luego viví como me parecía con un aparente éxito. Pero nada podía colmar el vacío que había en lo profundo de mi corazón…
Un día, en el año 1995, sola en mi habitación en un país africano, estaba leyendo la parábola del evangelio en donde Cristo explica que varios siervos recibieron una cantidad de dinero (los talentos), que debían hacer producir para su maestro (Mateo 25:14-30). Uno de ellos escondió su talento en la tierra, y más tarde tuvo que reconocer que no había producido nada. De repente, una voz interior me dijo: ¿Qué has hecho con ese único talento? Ese tesoro que tienes en tus manos, que tus padres te enseñaron, ¿qué hiciste con él? Entonces el miedo me embargó, pensé que yo también, como el siervo de la parábola, ¡iba a ser echada fuera, en la noche, lejos de Dios!
Desalentada, buscaba una respuesta… ¡Me sentía perdida!
Entonces tuve la impresión de que alguien me ponía un sello en el corazón, similar al que antiguamente se utilizaba para estampillar una carta con un sello de cera. Me había sucedido algo nuevo, ya no me pertenecía a mí misma, pues alguien me había sellado. Sentía dolor, pero al mismo tiempo experimentaba un gozo inexplicable. Caí de rodillas, llorando, y al fin pude decir: «¡Señor Jesús!». Todo mi triste pasado desfilaba ante mí, pero glorificaba a Dios por haberme liberado y aceptado tal como era. Sentí que se me quitaba un peso inmenso y me sentí libre como un pájaro. ¡Desde ese día vivo con el Señor!"
Entonces tuve la impresión de que alguien me ponía un sello en el corazón, similar al que antiguamente se utilizaba para estampillar una carta con un sello de cera. Me había sucedido algo nuevo, ya no me pertenecía a mí misma, pues alguien me había sellado. Sentía dolor, pero al mismo tiempo experimentaba un gozo inexplicable. Caí de rodillas, llorando, y al fin pude decir: «¡Señor Jesús!». Todo mi triste pasado desfilaba ante mí, pero glorificaba a Dios por haberme liberado y aceptado tal como era. Sentí que se me quitaba un peso inmenso y me sentí libre como un pájaro. ¡Desde ese día vivo con el Señor!"
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