martes, 6 de septiembre de 2016

Conocido por las cicatrices

Uno de los misterios de la resurrección es que nadie reconoció a Jesús después de Su resurrección de los muertos.

Resultado de imagen de Conocido por las cicatricesMaría pensó que era el jardinero (Juan 20:15). Los discípulos en el camino a Emaús caminaron y hablaron con Jesús durante horas, pero no lo conocieron (Lucas 24:13). Juan 21:12 dice que cuando los discípulos se reunieron alrededor de Jesús en la segunda pesca milagrosa, "ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres tú?, sabiendo que era el Señor."
Sabían que era Jesús, y sin embargo algo era diferente en cuanto a Su apariencia. Pero una cosa es clara. Cuando Jesús quería que lo reconocieran, ¿qué hacía? Cuando primero se les apareció a los discípulos, les mostró Sus cicatrices (Juan 20:20).
A Jesús se le reconoce por su condición de herido. Siempre ha sido y siempre será así.
Zacarías registra lo que algunas personas llaman una aparición "reencarnada" de Jesús: Y alguien le dirá: “¿Qué son esas heridas en tu cuerpo?” Y Él responderá: “Son aquéllas con que fui herido en casa de mis amigos”.» (Zacarías 13:6).

Juan hace referencia al Cordero que fue sacrificado desde la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8). Cuando está de pie en medio de la multitud y uno de los ancianos grita, "Mira, el León" . . . Juan, esperando ver un león, levanta la vista solo para encontrar un cordero. ¿Y cómo sabe quién es el cordero? Por Sus heridas. Apocalipsis 5:1-6.

Entonces, no es sorprendente que Dios permitiera que las cicatrices permanecieran en el cuerpo resucitado de Jesús, el cual era perfecto excepto por dichas marcas. Lo reconocerían por ellas. Estas cicatrices, y no Sus ojos, ni alguna peca sobre su mejilla, se habían convertido en su marca de identificación. A Jesús se le reconocía por las cicatrices que habían quedado de las heridas que había sufrido en la cruz, y aquellas brutales cicatrices eran parte de Su Gloria.

También te quedarán cicatrices al tomar tu cruz y seguir a Jesús. Quizá se suponga que a los seguidores de Jesús también se les reconozca por sus cicatrices. 

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