… siendo
aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5;8
Los ojos azules de mi hijo brillaban de emoción
mientras me mostraba lo que había traído a casa de la escuela. Era una prueba de
matemáticas, marcada con una estrella roja y con la calificación máxima.
Mientras revisábamos el examen, me dijo que aún no había respondido tres
preguntas cuando la maestra le dijo que ya no había más tiempo. Desconcertada,
le pregunté por qué había recibido una puntuación perfecta si no había acabado. Él respondió: Porque mi maestra me trató con gracia. Me dejó terminar la prueba aunque se
había acabado el tiempo.
Cuando mi hijo y yo comentábamos el significado de
la gracia, señalé que Dios nos ha dado más de lo que merecemos por medio de
Cristo. Por nuestro pecado, merecíamos la muerte (Romanos 3:23), pero siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Éramos indignos, pero Jesús, intachable y santo, dio su vida para que pudiéramos escapar del castigo por
nuestro pecado y, así un día, vivir para siempre en el cielo.
La vida eterna es un regalo de Dios. No es algo que
ganamos con nuestro esfuerzo. Somos salvos por la gracia de Dios, por la fe en
Cristo (Efesios 2:8-9).
Querido
Dios, tu favor inmerecido me he salvado de mi pecado. Gracias por el regalo de
tu gracia.
La gracia y
la misericordia son bendiciones inmerecidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario